La eficacia de las vacunas contra el virus Sars-2, mediante ácido ribonucleico mensajero, ha desmontado el mensaje negacionistas de que la ciencia es un mito, una construcción aleatoria, consagrada por un principio autoritario.

Estos posmodernos, quienes en su mayoría trabajan en el área de humanidades, consideran que los científicos se comunican mediante lenguajes oscuros y con el objetivo de confundir las ideas del vulgo a través de la frivolidad de los principios científicos.

Pero llegó esta última pandemia y la Tierra se llenó de realidad y la sociedad mundial ha comprobado que la ciencia no es un relato, fruto de la construcción de investigadores y emprendedores, sino consecuencia de la racionalidad y el empirismo.

El negacionismo de quienes no se vacunan es querer vivir contra la verdad y complacerse en la mentira. Es pura ofensiva contra la realidad.

Esta pandemia nos ha obligado a reconciliarnos con la realidad y con nosotros mismos tras largos periodos de confinamiento, de limitación de nuestra movilidad para detener la capacidad ofensiva del virus.

El negacionismo ha sido derrotado por el positivismo científico, aunque sigue viviendo en sus escuelas del resentimiento.

Ante los ataques continuados del coronavirus no caben posmodernismo, feminismo, multiculturalismo porque el SARS-2 invade y ataque a todo ser humano, de cualquier edad y sexo y en todo territorio.

No se puede negar la eficaz operatividad de la investigación científica en busca de la verdad ni la comprensión correcta de lo que es ese virus, cómo actúa y cómo burla a las defensas de la naturaleza humana. La disminución de defunciones por covid19 nos dice que la verdad tiene entidad por sí misma y que el ser humano sigue siendo autónomo, tiene capacidad para luchar contra enemigos reales e invisibles.

El negacionismo no puede hacer desaparecer la realidad ni puede enmascararla porque, ola tras ola, el virus mantiene su morbilidad y cada vez menos su letalidad en los que se han vacunado.

La negación de la realidad es pura fábula y mentira burda en tanto que realidad y verdad no han desaparecido. Los héroes negacionistas han desaparecido de la pantalla de la televisión. Pretendieron la metamorfosis de esta realidad letal.

Su actitud me recuerda la ficción de Ovidio, fantástica, en la que aquella ninfa, perseguida por un dios, se defiende al convertirse en un árbol de laurel. Sin embargo, nuestra realidad muestra que las personas perseguidas por el coronavirus se convierten, en muchos casos, en muertos por haberse opuesto a vacunarse.

*Catedrático emérito de la Universidad de Córdoba