Por facilitar el calendario y no saturar las neuronas, yo propongo incluir una quinta estación del año: primavera, verano, otoño, Navidad e invierno. El orden puede no ser este, aunque, modestia aparte, no está mal pensado. Así sabríamos exactamente cuándo empezar a enloquecer con las compras y las felicitaciones, no como ahora, que andamos perdidos.

Un día acudes al supermercado y ya está la parafernalia navideña, así, sin avisar, sin que dé tiempo a operación de adelgazamiento preturrones o a hacer sitio en el congelador. Si hubiera fecha exacta, pongamos por ejemplo el día después de esta festividad tan nuestra, o sea, Halloween, podríamos organizarnos mucho mejor.

También tendríamos que ser claros en cuanto a la fecha final, que incluiría quizá rebajas y devoluciones y desde luego, el día en que debemos dejar de felicitar el Año Nuevo, ya sea a través de esos originales mensajes que te llegan cien veces o con los dos besos de rigor que a veces duran hasta marzo.

A lo mejor podríamos empezar antes, pero entonces nos quedaríamos sin truco o trato, y sobre todo no se puede empezar después, porque nos coge el Black Friday y ya nos deja sin norte. Igual que nos acostumbramos al cambio de hora que convierte las calles en desiertos y las tardes en esplendores rojizos de media hora, también nos acostumbraremos a los cambios del calendario. Más que nada yo lo veo práctico. A partir de la fecha que elijamos entre todos ya se puede empezar a organizar cenas (luego ya saben que no hay tiempo), a comprar regalos compulsivamente o a desmontar las calabazas y esqueletos que hemos colgado en el balcón para sustituirlos por renos y trineos.

Si nos paramos a pensar, no es un cambio grande. Sin que sea oficial, ya lo estamos haciendo. Las luces de las calles están preparadas y en los escaparates los dulces y regalos nos seducen con sus promesas de papel brillante. En las tiendas de ropa el terciopelo y la bisutería acaparan los vestidos de tirantes y transparencias tan adecuados para esta época del año, y los restaurantes llevan meses cogiendo citas para que podamos reunirnos con todas las personas con las que podríamos reunirnos en otras ocasiones aunque no lo hagamos nunca. Ahí dejo mi propuesta. Reconozcan que sería un alivio. Diríamos: ya estamos en Navidad o ya se ha acabado la Navidad, con conocimiento de causa no como ahora, en que la vuelta al cole coincide con la compra de bañadores, la operación bikini se mezcla con la otoñada y cualquier día nos dará por celebrar el día de acción de gracias el cuatro de julio, y ya la tendremos liada.

* Escritora y profesora