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TRIBUNA ABIERTA

Luis Carreto

A Francisco Cardador Muñoz, 'in memoriam'

Hoy mi corazón se detuvo por unos instantes ante la partida de un ser extraordinario, que merece ser recordado como ejemplo de fortaleza, honestidad y autenticidad

Estas palabras son pocas para describirlo, pero quisiera, en un pequeño espacio, compartir mis pensamientos acerca de este gran hombre.

Hoy mi corazón se detuvo por unos instantes ante la partida de un ser extraordinario, que merece ser recordado como ejemplo de fortaleza, honestidad y autenticidad.

No puedo negar mi admiración por él: su calidad humana me fascinaba. Y lo mismo ocurría con quienes lo trataron alguna vez.

Aunque sabía que algún día tendría que partir, tenía la impresión de que podría ser inmortal: él siempre estará en mi memoria.

Francisco, Paco o Curri para los amigos, fue una persona honesta, sencilla, amable, cariñosa, prudente, reservada, consecuente con sus convicciones y contraria a protagonismos. Defendía con firmeza sus puntos de vista y mostraba gran seguridad en sus opiniones sobre temas relacionados con su profesión y la vida misma, opiniones que translucían sus dotes de observación, su intuición y su amplia experiencia, siempre en un tono amable y sin tratar de imponerlas a los demás.

Francisco Cardador Muñoz

Yo conocí a Paco a primeros de los años setenta, cuando tenía una fábrica de viguetas y bovedillas, entre otras cosas, en el Polígono Industrial de Chinales, lo que más tarde fue y es actualmente una estación de servicio. Siempre ha llevado a lo largo de su vida una intensa y fructífera labor empresarial.

Además, cuando decidí intervenir en el ámbito representativo institucional, allí me encontré con Paco, que a mi requerimiento no dudó en participar en ellos, tanto como miembro del Comité Ejecutivo de CECO, representante del Polígono Chinales en la Confederación, así como miembro de la Asociación de Empresarios de la Construcción de Córdoba, de la cual fue su Vicepresidente. En todos los casos, Paco ha dejado una huella imborrable en todos los que tuvimos la fortuna de ser sus compañeros y amigos.

Más tarde, volvimos a coincidir en una tertulia, la Crátera, donde su talante, su humor, su actitud, su genio y en fin, su buena y cordial disposición siempre brilló. Hoy todos los tertulianos de la Crátera, los llamados Crateranos, nos sentimos profundamente tristes y afectados.

Hemos perdido a un gran empresario, a un gran amigo, a un gran contertulio y a una gran persona.

Nos dejaste el día del Apóstol Santiago, patrono de esta España que tanto amabas. Y estoy seguro que al reunirte con él, gritasteis al unísono esa frase final, más o menos, del himno de la caballería española: “Santiago, cierra España, por favor”.

Que Dios lo bendiga y lo siente a su derecha.

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