El mes pasado, en el artículo ‘Un Bebé’, me quedé sin espacio para levantar la mirada, como me gusta hacer, y ver un poco más allá de nuestro entorno. El tema que allí trataba, bebés robados, era, es, grave, y no podía dispersar mucho la atención. Pero hoy necesito completar lo que se quedó a medias.

Nombres. Tenía dos años y era maliense. Murió en el Hospital Universitario Materno Infantil de Gran Canaria cinco días después de ser rescatada a bordo de la patera en la que viajaba con su madre y su hermana. Solo sabemos que no se llamaba realmente Nabody, que fue el nombre que se le atribuyó. Un nombre despierta la empatía. Hubiéramos aprendido su nombre, como aprendimos el de Aylan. Ocupó muchas portadas y provocó muchos escritos. La foto de Aylan, un niño de piel blanca y bien vestido, despertó nuestras conciencias porque, quizás, podría evocarnos a un hijo propio, a un vecino.

Buthaina, de Yemen, es la única sobreviviente de una familia de Saná, afectada por un bombardeo en 2017. Perdió a sus padres y cinco hermanos y hermanas de entre dos y diez años en un ataque saudí.

Sin nombre. Da igual que sean niños o niñas. En Yemen, escribe Dawnmena el 6 de abril, muere un niño cada 75 segundos. Muchas organizaciones piden a Joe Biden que presione a Arabia Saudí para que cese el bloqueo. Mientras tanto seguimos vendiendo armas que se utilizan en ese bloqueo. En España hacen escala barcos que llevan armas a la guerra de Yemen.

Bebés, o casi, separados de sus familias o confinados en espacios inadecuados con sus madres. En Canarias. Ahora.«Muchos han pasado por experiencias traumáticas y siguen viviendo con ansiedad. El covid-19 no puede ser utilizado como justificación para negarles el derecho al ocio o las actividades recreativas y educativas (Virginia Álvarez, investigadora de Amnistía I)».

En Tigray vuelven las violaciones como arma de guerra. No son bebés, sí son niñas. Y nacerán bebés que no sabemos cómo se llamarán. Y nos olvidaremos del nombre de este lugar. Está al Norte de Etiopía. Lejos o no tanto. Sin Nombre.

¿Cuándo un niño, una niña, deja de ser bebé? ¿Significa que no necesita ayuda? En La Cañada Real, en Madrid, una niña, que hace las tareas con una vela y una linterna, nos mira con angustia en un reportaje de La Sexta. Y al día siguiente, alguien, pontificando sobre la educación, nos repite la cantinela de que lo que falta es ‘cultura del esfuerzo’. Reprimo las ganas de pegar un puñetazo al televisor.

No es una niña. Paloma Chen recibió el Premio Nacional de Poesía Viva el 15 de marzo. Hay que oír su intervención al recoger el premio y su poema ‘Toda la vida’. Para terminar con una sonrisa.

* Activista de Amnistía Internacional