Ha muerto a los 100 años el epistemólogo argentino Mario Bunge, científico y filósofo (por ése orden), defensor de un materialismo emergentista como una variante del realismo, que defiende que las cosas tienen una existencia independientes del sujeto que las conoce.

Su concepción filosófica del ser humano lo abordó en el problema de la relación de la mente y el cuerpo (cerebro). Para el realismo bungeano ‘lo mental’ no se reduce a ‘lo físico’, pero sí emerge evolutivamente de lo físico. Para Bunge, solo existe una sustancia, la materia, con muchas y diferentes propiedades fruto de la evolución darwiniana. La materia es algo dinámico que llega a articularse en tres niveles: el físico-químico, el biológico y el mental-psicológico.

Reconocido como azote de los charlatanes, embusteros y aquellos que dan gato por liebre reflejados en las pseudociencias y en la postverdad que tanto abundan en nuestra época.

Un ciudadano del mundo, que amaba apasionadamente a su país natal, del que se fue obligado a emigrar. En 1952 siendo profesor de Física teórica en la Universidad de La Plata fue expulsado por negarse a afiliarse al partido peronista, al que veía como un populismo al que nunca le interesó la verdadera justicia social, para afincarse desde 1966 en Canadá (Universidad McGill de Montreal).

Sus grandes obras quedan reflejadas en su célebre La ciencia, su método y su filosofía y Los fundamentos de la investigación científica que durante tantos cursos hemos explicado a los alumnos en clase. En sus 8 volúmenes de su Tratado de Filosofía básica hace un esfuerzo por construir un sistema que abarque todos los campos del saber, que es el ideal renacentista-cartesiano de una Ciencia Unificada. Para Bunge, la Filosofía científica que defendía debería ser unión de las Ciencias Naturales y las Ciencias Sociales en un único saber, considerando que ésta es la más sublime de las disciplinas. Como humanista buscó la bondad en la sabiduría como manera de profundizar en nuestra naturaleza humana.

Una actitud científica es aquella que nos hace más sabios y más cautos en la recepción de la información y en la admisión de creencias desde la tolerancia, siempre dispuestos a debatir libremente sobre otras visiones, perspectivas u opiniones.

Mario Bunge era maestro e inspirador de varias generaciones de filósofos y científicos hispanohablantes, recibió numerosas influencias desde su padre a su profesor checo de Física Guido Becky y al matemático Sadosky así como la Filosofía de E. Meyerson y la Sociología de R. Merton que abarcan lo que denomina como Filosofía exacta, que nos permite utilizar únicamente conceptos bien definidos como criterio de verdad sin posibilidad alguna de equívocos e imprecisiones.

Desde su hilorrealismo se opuso a lo que consideraba como soluciones simplistas a las complejidades de la realidad considerando que eran pseudosaberes que califica de disparates como existencialismo heideggeriano, la dialéctica engelsiana, el creacionismo, la parapsicología y hasta el mismísimo psicoanálisis.

En la dimensión moral de su pensamiento sostiene que existen una pluralidad de sistemas éticos de carácter histórico que deben convergen en una universalidad axiológica del «para mí, para todos».

Toda una vida dedicada a luchar por y para Sofía, para el que ciencia y filosofía eran en su origen y siguen siendo complementarias. Alentaba a que los nuevos filósofos abordaran con decisión los nuevos problemas, lo que traería consigo buenos tiempos para Sofía.