El analfabetismo es la más estúpida de las fuerzas de la naturaleza. Me refiero al analfabetismo voluntario, el que llaman ahora analfabetismo funcional, es decir, el que manifiestan algunos a pesar de haber sido alfabetizados en la escuela, a veces en el bachillerato e incluso no pocos en la universidad. El analfabetismo funcional es estúpido porque es estéril, sobre todo cuando se reviste de radicalismo y se trolifica.

En los últimos tiempos ha surgido una marabunta de analfabetos funcionales que lanzan sus analfabeteces como si fueran propuestas o tendencias analizadas profundamente, pero que se quedan en las dos primeras sílabas de los términos ‘analfabeteces’ y ‘analizadas’, es decir, no son sino un despropósito anal producto de malas digestiones de lecturas mal leídas, de teorías demasiado teorizadas y sobre todo de un atracón de demagogia, propaganda y consignas de papagayo.

Estos troles analfabetizados se han colado en todas partes, en los partidos, en mesas, observatorios y plataformas, en movimientos ciudadanos, en la prensa, en la educación, pero donde mejor se mueven sobre todo es en las redes sociales. El troleo analfabeto o analfabestia se ha convertido casi en una profesión, pululan arreando verdades a diestro y siniestro, cuando nada hay más escaso, más inseguro y más inestable que la verdad.

Últimamente el analfabetismo trólico la ha tomado con las estatuas, sean de quien sean, el troleo analfabestia iguala por la base los pedestales de Cervantes y Fray Junípero Serra con esclavistas, y a políticos y personajes célebres y a veces beneficiosos para la Humanidad con seres deleznables que jamás debieron ser erigidos en carne de piedra. No es de ahora, la iconoclastia se ha dado siempre, el deporte de suprimir al enemigo de las fotos, de las estatuas, de los libros de Historia y del recuerdo ha sido siempre muy practicado por la analfabestialidad trólica, desde los iconoclastas bizantinos hasta hoy pasando por los talibanes que se cargaron los budas de Bamiyán o las ruinas de Palmira. Es un analfabetismo estúpido, no atrae a la masa, no convence, sólo logra repudio. Pero se les deja actuar demasiado.