Como consecuencia de la muerte por asfixia de Joy Floid provocada por policía norteamericana, las protestas y manifestaciones racistas iniciadas en Estados Unidos se han ido propagando por el mundo y celebrándose testimonialmente, con rodilla en tierra, en numerosas instituciones y países. A nuestro país también llegó, con unas concentraciones en la que no se guardaron las debidas medidas sanitarias de distanciamiento y uso de mascarillas, pero que nadie se atrevió a criticar porque era políticamente incorrecto, y menos aún por quienes desaprobaban las manifestaciones realizadas en toda España por los más de 20.000 fallecidos, entonces, por el coronavirus. Parece que siempre nos impacta más lo exterior que lo vivido por nosotros mismos. Y esa hipocresía política se cuela de nuevo con el revisionismo a raíz de la retirada por parte de HBO de su plataforma de la mítica película Lo que el viento se llevó, por considerarla racista. Dicen que regresará, pero acompañada de una explicación del contexto histórico y una denuncia del racismo. No creo que sea necesaria tal aclaración, no solo porque los personajes, ficticios, se enmarcan en un contexto histórico real que vivió EEUU que no se puede borrar e influyó en la actual América, y que de suprimirlo sería como admitir que no existieron, sino que para ser puristas tendrían que añadir también una explicación de que la conducta de Rhett Butler con Scarlet no es machista; además, no podemos olvidar que Mammy siempre fue considerada una más de la familia O’Hara. Se ha puesto de moda el revisionismo, parte del movimiento marxista que somete a examen y revisión doctrinas, interpretaciones o prácticas establecidas con la intención de actualizarlas, afectando a películas de toda la vida que ahora se censuran, a esculturas de personajes históricos que se derriban (bastaba con simplemente retirarlas), y ahora poniendo en duda la figura de Colón y el descubrimiento del nuevo mundo; en definitiva, un movimiento intencionadamente partidista y con pensamiento único que quiere borrar la historia vivida, en la que efectivamente hay episodios deleznables, pero que ha marcado la que ahora vivimos; resultando chocante que se realice o aliente principalmente por quienes no vivieron las situaciones que justamente se denuncian. Pero una cosa es denunciar hechos y situaciones para no volver a caer en estereotipos y prejuicios discriminatorios, y otra muy distinta darle un sentido «político» actual del que antes carecían precisamente por el contexto histórico en el que se desarrollaban. Hay que aprender de lo vivido.

Si esa tendencia de revisionismo quisiera tener fuerza y presencia actual, para evitar que en el futuro nos quieran «revisionar» por conductas y actitudes inadecuadas e injustas, es hora de que se haga presente y muestre su músculo reivindicativo de defensa de derechos y libertades de la mujer, de cualquier hombre, de la infancia, de la dignidad e intimidad de la persona presente, no pasada, de la que vive aquí y ahora. Y en consecuencia, exigir y reclamar, por ejemplo, películas sin brutalidad ni violencia, sin sexo agresivo, sin tráfico de drogas o trata humana, sin abusos de poder, sin ninguna clase de maltrato. Sería la forma y el momento de defender realmente la igualdad y los derechos y libertades universalmente reconocidos a todos, sin fomentar conductas improcedentes, pues en caso contrario, dentro de unos años nos dirán que permitimos dichos comportamientos inaceptables, injustos e inadmisibles. No al revisionismo hipócrita y partidista, Si al revisionismo actual.

* Abogada