El ser humano es una «caña que piensa” (Pascal), un ser indefenso y rodeado de limitaciones, anclado en múltiples miedos e inseguridades. Necesita un «Algo», o mejor dicho un «Alguien», que pueda satisfacer su apetito existencial y su vacío interior. Es aquí, desde el desvalimiento existencial, cuando brota con fuerza la revelación divina: «Dios te ama». Dios desde el principio del tiempo, cuando las horas no eran marcadas por el reloj y el universo aprendía a armonizar su propia estabilidad, quiso hacer un pacto de amor y de alianza con el ser humano, el verdadero rey de la creación.

Dios, que ha preparado todo para que el hombre y la mujer de siempre fueran encontrando su propio destino, incluso al margen suyo, nos ha repetido por medio de los profetas y de mil maneras en la historia de la humanidad, que su amor es un pacto de fidelidad y de alianza incluso más allá de la muerte.

Cuando aumente la insatisfacción y la ansiedad que genera desequilibrios psíquicos, entonces escucha en tu interior la frase de Jesús: «Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros; permaneced en mi amor» (Jn 15,9). Cuando resurja con fuerza la soledad y los recelos más dispares, entonces ábrete a estas palabras de Jesús en tu corazón, como un susurro en la noche: «No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a vosotros os ha llamado amigos» (Jn 15,15a). Cuando la venganza y el odio broten en tu interior, entonces deja que el perdón misericordioso de Dios llegue a tu corazón como un bálsamo que destruya la sombra.amos encontrar un mensaje revolucionario que eclipse lo oscuro y favorezca lo eterno!