No se lo consiento». Cuatro palabras contundentes. Cuatro palabras dichas por una mujer experimentada sin nada que perder, una periodista que no consiente que le digan lo que tiene que hacer, una profesional cansada de aguantar la manipulación de la radiotelevisión pública a conveniencia del partido dominante.

«Yo vengo aquí a decir la verdad». Otras siete palabras de Rosa María Mateo en su comparecencia ante la Comisión Mixta de Control de RTVE del Congreso de los Diputados (denominación muy ilustrativa). Palabras airadas para dejar claro que es una persona independiente, una mujer demasiado de vuelta como para admitir consignas políticas, sugerencias de arriba que condicionen la faena diaria de los equipos de informativos. «Yo vengo aquí a decir la verdad». Siete palabras que sintetizan a la perfección lo que la administradora única de TVE realizó durante cuarenta años de oficio. Decir la verdad, de eso se trata.

«Nadie me va a dar órdenes. Ni ustedes, ni ustedes, ni ustedes.» Se trata de salvaguardar el rigor y la pluralidad de eso que suele llamarse el «ente público», un organismo de salud maltrecha tras sucesivos periodos de infección propagandística más o menos virulenta, los jefes de turno bien aleccionados escondiendo tendenciosamente las inconveniencias de la actualidad debajo de la alfombra, los argumentarios rulando para atarlo todo bien atado, los publirreportajes y el autobombo inundando de confianza las salitas de estar de los votantes más crédulos.

«Yo creo que a todos ustedes les importa muy poco la televisión pública. Solo les importa cuando la pueden controlar». Resulta alentador escuchar el alegato cívico de Mateo frente a sus señorías, calibrar la dimensión de su hartazgo. Algunos la escuchaban con una sonrisita altiva congelada en el rostro. Probablemente la mueca prepotente de quien cree estar ante una visitante del pasado que pronto volverá al opaco territorio de su privacidad, una locutora antigua que será reemplazada por alguien más dinámico y permeable, alguien menos anquilosado que sepa remar en la dirección correcta, alguien más prudente que se lo piense dos veces antes de señalar la desnudez del emperador.

Por supuesto no escasean los medios que se han apresurado a evacuar titulares relativos a las supuestas «purgas» realizadas por Mateo. Por supuesto ya hay detalladas reseñas de lo mucho que va a cobrar por realizar un cometido meramente transitorio y circunstancial (se supone). Lejos de cualquier identificación con las convicciones expresadas por Mateo (convicciones aparentemente asumibles por cualquier profesional del periodismo ajeno a servidumbres), hay compañeros de profesión afanados en usar el trazo grueso para caricaturizar la veterana figura de la administradora. La insumisión es lo que tiene. Rosa María Mateo nunca fue directora de informativos de RTVE. Iñaki Gabilondo duró unos meses. Alfredo Urdaci estuvo cuatro años. Ahí lo dejo.

* Profesor del IES Galileo Galilei