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Tribuna abierta

Eduardo Moyano Estrada

50 años de agrónomos en Córdoba

Contexto histórico que propició el nacimiento de la Etsiam y su evolución hasta la actualidad

A mediados de la década de 1960, cuando España iniciaba su década desarrollista, se pone en marcha el proyecto de creación de una escuela de ingenieros agrónomos en Andalucía, región agrícola por antonomasia.

La elección de Córdoba se debió sin duda al empeño de su impulsor, el ingeniero agrónomo y diplomático José Ruiz Santaella (1904-1997), natural del municipio de Baena. Su prestigio profesional, le avalaba a la hora de hacer su propuesta ante el Ministerio de Agricultura, que era quien tenía que decidir su ejecución y financiación. Entonces, solo existía una escuela de agrónomos en España, cuya sede era Madrid, como ocurría con la mayoría de las escuelas de ingeniería. Crear una segunda escuela en la periferia era un proyecto osado, pero no carente de fundamento.

A principios de esos años 1960, el Gobierno español había emprendido ya una política de modernización de la agricultura que, con un objetivo eminentemente práctico y empírico, se basaba en tres pilares. Un pilar estaba formado por la política de transformación de zonas regales a través del INC (luego transformado en Iryda). El otro pilar era el Servicio de Extensión Agraria para difundir las nuevas técnicas agrícolas de la Revolución Verde a los agricultores a través de oficinas asentadas en los territorios. Esas políticas fueron financiadas con fondos internacionales (principalmente del Banco Mundial) gracias a los acuerdos con los EEUU tras dos décadas de aislamiento internacional. El tercer pilar era la puesta en marcha de un sistema de investigación agraria, que más tarde daría lugar al INIA.

La creación de una Escuela de Ingenieros Agrónomos fuera de Madrid era, por tanto, un proyecto acorde con los nuevos tiempos del régimen de Franco, pero necesitaba de los recursos económicos que lo financiara. Y ahí ocurre un hecho a destacar, y que siempre me lo recordaba mi abuelo cuando comencé a estudiar Agrónomos. Me refiero a la contribución que hicieron los propios agricultores a través de una derrama especial en su cuota a las entonces Hermandades de Labradores y Ganaderos. Esa derrama sirvió para financiar el proyecto de la Escuela de Agrónomos y para que se ubicara en la capital de la provincia de Córdoba, justo donde existía ya un incipiente centro de investigación agraria en los terrenos de la finca Alameda del Obispo.

El proyecto se aprobó en 1963 y se puso en marcha en 1968. Para el primer claustro de profesores, Ruiz Santaella recurrió entonces a ingenieros agrónomos ya experimentados (funcionarios de la delegación de Agricultura de Córdoba) y a jóvenes recién titulados de la escuela de Madrid. Con esa combinación de veteranía y juventud echó andar la Etsia, cuya primera promoción saldría en 1973, erigiéndose, junto a la Facultad de Veterinaria, en uno de los pilares sobre los que se asentará la futura Universidad de Córdoba. Años más tarde, en 1989, se ampliaría su oferta docente al incorporar la titulación de ingeniería de Montes, convirtiéndose desde entonces la Etsia de ayer en la Etsiam de hoy.

En estos cincuenta años, la Escuela ha sabido adaptar sus enseñanzas a los cambios que se han producido en el sector agroalimentario y forestal y en el medio rural, así como a las demandas de la sociedad y a los retos del cambio científico y tecnológico. De una enseñanza orientada inicialmente sobre todo a la formación de ingenieros agrónomos preparados para impulsar el desarrollo del sector agrario a partir de los avances de la Revolución Verde de los años 1960 y 1970, se pasó luego a unas enseñanzas más diversificadas en las que lo agrario, lo forestal, lo rural y lo ambiental tenían que ir de la mano para responder a los grandes retos del desarrollo sostenible y la multifuncionalidad.

Desde el comienzo del actual siglo XXI, los retos se han ampliado, con el imparable avance de las nuevas tecnologías, de la biotecnología, de la cibernética... Que han revolucionado el modo de gestionar la agricultura y los espacios rurales, y con la emergencia de nuevos problemas y desafíos, como el cambio climático o la calidad y seguridad de las producciones alimentarias.

A esos nuevos retos da respuesta la Etsiam desde el campus de Rabanales, ofreciendo una formación polivalente y cualificada a través de departamentos interfacultativos en los que se combina la docencia e investigación. Para ello colabora estrechamente con otras instituciones especializadas en el campo de la investigación agraria, forestal y de desarrollo rural (como el Ifapa de la Junta de Andalucía o los institutos IAS e IESA del CSIC).

Además, fiel a su espíritu originario de ser un escuela con una clara vocación de servicio a la sociedad, la Etsiam ha mantenido una intensa relación con entidades públicas y privadas del sector agroalimentario y forestal, buscando sinergias con ellas y enriqueciendo con la actividad práctica la formación de sus estudiantes.

Son cincuenta años de enseñanza de calidad, de investigación de excelencia y de compromiso social, que llenan de satisfacción a los más de 5.000 alumnos que hemos pasado por sus aulas, y llenan de orgullo al sector agrario y forestal y a la propia ciudad de Córdoba.

* Instituto de Estudios Sociales Avanzados IESA-CSIC

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