Qué es un Golpe de Estado? Pues aquel que perpetra un grupo de personas, civiles o militares, para cambiar la Jefatura del Estado, la forma de Estado y la Constitución vigentes, así como las instituciones y los poderes del Estado. Esto en cuanto al fondo del cambio, que siempre es el mismo: el cambio de un estado por otro estado. Difiere, sin embargo, en cuanto a la forma, ya que el cambio puede perpetrarse con violencia o sin violencia... O con violencias diferentes. Veamos cuatro ejemplos claros de la Historia Moderna de España:

1. Golpe de estado monárquico de 1874

Cuando el general Martínez Campos se «pronuncia» el 29 de diciembre de 1874 en Sagunto, con solo una Brigada del Ejército, su intención es clara: derribar la Primera República y proclamar la Monarquía. No se dispara un tiro ni hay sangre, porque los principales generales con mando en plaza se le van sumando y en dos días cae el Gobierno, cae la República y el príncipe Alfonso es proclamado Rey de España. Inmediatamente Cánovas del Castillo asume la Jefatura de un Gobierno provisional y en tanto se aprueba la nueva Constitución gobierna por decreto. Aquella Monarquía duraría hasta 1931. (Fue un golpe de estado sin violencia).

2. Golpe de Estado republicano de 1931

Tras las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, que perdieron las izquierdas en las urnas (solo obtuvieron 5.775 concejales frente a 22.150 monárquicos) el Comité Revolucionario salido del Pacto de San Sebastián supo arrastrar a las masas y transformar la derrota en victoria, pues ni el Rey ni los monárquicos supieron mantener la legalidad y abandonan. El Rey se marchó al exilio y los revolucionarios proclamaron la Segunda República. (Fue un golpe de Estado sin violencia, ni tiros ni sangre).

3. Los dos golpes de Estado de 1936

Sí, aquel año, en realidad hubo dos golpes de Estado. El primero lo dan las izquierdas, que habían ganado las elecciones generales «manipuladas» de febrero, ya que inmediatamente transformaron la República Democrática en una República Marxista (fue un golpe de estado con violencia, pues llegó con muchos tiros y mucha sangre). El segundo sucedió el 18 de julio, cuando un grupo de generales se sublevó con la intención de cambiar el Estado y hacerse con un poder que estaba en el arroyo. Pero aquel golpe militar, en realidad un contragolpe, fracasó y comenzó la tremenda y trágica Guerra Civil que duró hasta 1939. (Fue un golpe de Estado con violencia y muchos tiros y muchos muertos). Lo que vino después ya fue otra cosa.

4. Golpe de Estado del ‘procés’ catalán

Está claro que el procés independentista ha sido un claro golpe de estado. Si nos fijamos en el fondo, es una rebelión con un solo objetivo: cambiar la forma de Estado y proclamar la República. Otra cosa es la forma, ya que hasta ahora no ha habido tiros ni sangre, lo cual no descarta el objetivo central... Y si se examina el auto de procesamiento del juez Llarena queda absolutamente claro, porque los pasos que dan desde 2012 hasta 2018 van indicando el camino para conseguir el objetivo principal, es decir la desconexión del Estado español, la independencia y el cambio de la Monarquía española por la República catalana. Con una fecha que no admite discusión: la del 6-7 de septiembre de 2017, cuando en el Parlament se aprobó inconstitucionalmente la proclamación de la República catalana, la celebración de un Referéndum, también anticonstitucional, y la convocatoria de elecciones constituyentes para la realización de una nueva Constitución.

El plan del Golpe de Estado lo dejaron bien reflejado los independistas en el Libro Blanco de la Transición hacia un País Independiente que el propio president de la Generalitat presentó en septiembre del 2014. En la hoja de ruta de los soberanistas, que firmaban CDC, Esquerra Republicana, la CUP y las entidades Ómnium Cultural, Asamblea Nacional Catalana y Asociación de Municipios para la Independencia, acordaban los pasos a seguir hacia la independencia y la proclamación de la República Catalana. O sea, un verdadero golpe de estado. Lo que pudo evitar el Gobierno haciendo uso del Art. 155 de la Constitución, aunque solo se aplicase a medias. Está claro que la forma de Estado puede cambiarse, ya que así lo prevé la Constitución, que fija los pasos a seguir en el supuesto en el que una mayoría parlamentaria lo proponga. Todo lo que se intente por vías no constitucionales será ilegal y por tanto un delito de rebelión según el Código Penal y no puede decirse que el procés no llegara al delito porque fue solo un intento, ya que si hubiera triunfado el golpe ya seria irreversible y estaríamos hablado de otra cosa.

Así lo reconocen todos los ejércitos del mundo: «Si te sublevas y vences no hay problemas, porque el poder ya serás tú, pero si te sublevas y pierdes ya sabes lo que te espera: el paredón (donde haya pena de muerte) o la cadena perpetua (donde no la haya)». Y me extraña que muchas voces, tertulianos, comentaristas, abogados, jueces (incluyendo los alemanes) y políticos le estén dando tanto valor a si hubo o no violencia en lo que intentaron los partidos independentistas, pues en este caso la forma no tiene nada que ver con el fondo. Se puede dar un golpe de Estado con guante blanco o «de la ley a la ley» (¿O no fue un golpe de Estado lo que consiguió al final la reforma política inspirada por Fernández Miranda y llevada a cabo por Adolfo Suárez? ¿O no se cambió, sin tiros ni sangre, el Régimen de Franco, la Dictadura, por la Democracia?)... Y eso es lo que astutamente han hecho creer los independentistas catalanes: «Oiga usted, señor Rajoy, nosotros queremos la independencia de Cataluña y la República Catalana pero por las buenas, sin violencia alguna, nosotros no somos violentos y tenemos el derecho a decidir».

De lo que se trata no es de dilucidar si ha habido o no violencia en el procés, sino de concretar si ha habido o no un intento de golpe de Estado. Porque lo importante es el fondo, y no la forma.

* Periodista y miembro de la Real Academia de Córdoba