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Editorial

El sida y el riesgo de bajar la guardia

El sida, síndrome de inmunodeficiencia adquirida, ya no es una enfermedad mortal como lo fue en la década de los ochenta del siglo pasado, cuando se registraron los primeros casos y la medicina no sabía cómo afrontarlos. Actualmente tanto la infección causada por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) como la enfermedad posterior cuando se desarrolla pueden tratarse con fármacos y los pacientes, con el control adecuado, tener una calidad de vida estimable. Los casos han caído, por la prevención y por los tratamientos para impedir que la enfermedad prospere en los afectados por VIH, de manera que en el 2016 solo hubo 6 casos de sida en Córdoba y 35 infecciones por VIH contabilizadas. La noticia es buena, si bien no ocurre igual en todo el mundo --en muchos países no hay acceso a los retrovirales ni a la detección precoz--, y la sanidad asiste a un fenómeno que tiene que ver con la falta de información y exceso de confianza de la población: las nuevas generaciones no vivieron el terror social al sida, y le restan importancia. Es cierto que se puede vivir con la dolencia, pero también que la persona contagiada se convierte en un enfermo crónico que debe cuidarse de por vida, a lo que se añaden los riesgos cuando existen otras enfermedades o en el embarazo. Los preservativos siguen siendo la mejor arma para evitar el contagio, y es importante que la población se conciencie de que no se debe bajar la guardia.

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