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José Nevado T.

A descansar el que pueda

El presidente del Gobierno se va de vacaciones lanzando una proclama muy del gusto de los populares: España va bien, la economía crece que es un escándalo y en cuanto a ese problema de Cataluña lo arreglaremos con la ayuda del PSOE y Ciudadanos. Y se queda como Dios en pantuflas. De lo malo no se habla porque el silencio es el mejor sepulturero de los problemas. Claro, como también es habitual, de su boca se desprendió un enigma: «Bueno, descansen ... los que puedan». ¿Se incluía él mismo en el lote de los que no pueden? ¿Pero cómo es posible que el presidente de una España que va como un tiro no pueda disponer de unas semanas de asueto? ¿O fue quizás que se le escapó un leve pesar del subconsciente por esa grieta tan habitual en el perezoso exigido a trabajar en contra de su natural condición? En fin, dejémoslo aquí, pues en realidad todo es fingimiento y propaganda, y la exigencia de sus asesores para que «los españoles» no fuéramos de vacaciones con la imagen del presidente declarando en un juzgado.

No obstante en su intervención hay una verdad, una sola: la economía crece a toda mecha, y el anuncio de un enredo: cuando toque a rebato por la cuestión catalana, ya no habrá más que dos clases de ciudadanos: los españoles que estén con él y el resto, que serán separatistas o colaborarán con la segregación catalana.

Sobre el tirón de la economía, anotaré solo que el mérito del Gobierno viene de una legislación laboral que deja al trabajador inerme frente a la empresa, sus intereses y humores, y que ha llevado la devaluación de nuestros activos hasta un nivel tan bajo que los fondos de inversión vuelan hasta las gangas españolas como la mosca al azúcar. Lo demás lo trae el momento internacional: tipos de interés por los suelos y combustibles baratos. Así, un empresariado, perfectamente libre para buscar beneficios, se dedica a ello a todo pulmón. Si además el miedo al entorno nos trae a un puñado de millones de turistas más de los previstos (y de lo recomendable en algunas zonas) miel sobre hojuelas. Sí, la economía va bien.

La indicación del presidente de que forzará la creación de un frente de los buenos (constitucionalistas, demócratas y españoles) para combatir la trinchera de los malos, anuncia que pretende atribuirse la victoria, de haberla, o endilgar la derrota, de haberla, a quienes no lo hayan acompañado como él quería. Recuerda bastante (aunque en diapasón menor) al comportamiento amenazador de Aznar con ocasión de la invadida Irak: «O estás con la coalición surgida de las Azores, o con el terrorismo de Sadam».

Al final -salvo sorpresas propias de estos tiempos- los partidos de la Constitución estarán contra la segregación de Cataluña, pero no pocos tendrán la misma sensación agria que admitieron los patriotas españoles que luchaban contra Napoleón a las órdenes del duque de Wellington.

* Periodista

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