Manolete seguro que pensó con insistencia en el patio de su chalet, el palacete colonial de la avenida de Cervantes, a donde se venían desde 1890 sus primeros propietarios, los Ortega y Gasset, los inviernos por la salud de la madre. Sentado delante de la fuente, con San Rafael detrás, aparece el torero en el décimo de lotería nacional que hoy, 17 de junio, le llevará la suerte a alguien. No hay que ser amante de los toros, pero solo observar a Manolete sentado con gafas de sol en un inmueble Bien de Interés Cultural y pensando que en ese mismo espacio aprendió sabiduría José Ortega y Gasset, que iba a una escuela de la calle Obispo Fitero, sitúa al diestro en el pedestal de la historia de Córdoba. Y lo colocas en esa categoría de hombres señalados de la ciudad en la que están Séneca, Osio, Ibn Hazm, Averroes, Maimónides, Lucano, Góngora, el Duque de Rivas o Manuel Benítez El Cordobés, califa del toreo como él. Manolete inspira. Como inspiró al pintor Zuloaga cuyo retrato del torero sobresale de manera enigmática en la exposición Zuloaga en Romero de Torres que puede verse en el Museo Taurino. Ese retrato podía ser el alma de Manolete, un hombre que ahora también podemos observar en la Sala Orive donde aparece con la fuerza de la posición social su categórico Mercedes modelo 230 W143 SE-180 18. No te aburres aunque no seas especialmente taurino porque en él observas una España que le da la importancia de fetiches señalados a su baúl, sus zapatos, su abrigo de cachemir o su camisa de vestir, su Cuaderno de Honor del colegio de los salesianos y su despacho, la piel del toro Islero, su estoque, el vestido de torear de su alternativa o el capote de paseo de agosto de 1947 en Linares. Manolete puede que aparezca como propiedad indiscutible de aficionados a los toros. Sin embargo el diestro pertenece a la categoría de los mitos, historias que trascienden la verdad porque ésta no les hace falta. Manolete es ese cuadro que se puede ver en el Museo Taurino, quizá el retrato más acabado del diestro de Córdoba, que pintó Ignacio Zuloaga en 1945. Es como la imagen de la filosofía cuando de la entelequia pasa a la realidad. Quizá por eso lleva «100 años vivo».