La celebración del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, vuelve a ser momento propicio para el análisis y la reflexión, para hallar los porqués a muchos de los interrogantes que nos surgen como ciudadanos de a pie y como responsables políticos. ¿Por qué seguimos viviendo en una sociedad que no está exenta de violencia de género? ¿Por qué sigue creciendo el número de mujeres víctimas de violencia machista y el de huérfanos de la misma? ¿Cómo podemos ganar esta lucha por la igualdad?

La erradicación de la violencia de género exige a las administraciones públicas trabajar en la concienciación y sensibilización de todos los sectores de la sociedad sobre la dimensión del problema y, por supuesto, poner el foco en la prevención, que pasa inexcusablemente por la educación y la formación. Educar para la adquisición de conocimientos, valores, actitudes y competencias que eviten la violencia futura.

La educación y la formación son la base, la raíz sobre las que debe ir creciendo una sociedad igualitaria y justa, una sociedad en la que la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres no sea una meta a conseguir, sino una realidad. Sin educación y formación no hay libertad, y, sin libertad, no se rompen las cadenas que todavía hoy, en el 2017, siguen atando a muchas mujeres del medio rural al maltrato, el aislamiento y la exclusión social.

Como pieza clave de este engranaje es vital que todas las administraciones sumemos esfuerzos y voluntades en torno a los más jóvenes; son ellos los que nos aportarán el mejor diagnóstico sobre qué podemos mejorar o qué estamos haciendo mal. En este sentido, desde la Diputación de Córdoba estamos trabajando de manera directa con institutos y colegios para que los jóvenes de hoy interioricen conceptos como corresponsabilidad, conciliación, brecha salarial, igualdad real, etc. Detectar tratos discriminatorios en la adolescencia, analizar el lenguaje y el uso que se da a las redes sociales o visualizar ejemplos diarios de desigualdad son elementos fundamentales para prevenir futuras conductas machistas y discriminatorias e, incluso, posibles actos violentos hacia la mujer.

Pero no sólo estamos trabajando en colegios e institutos de manera directa y cercana, la Diputación está trabajando en la capacitación y formación de mujeres en el medio rural para favorecer su empleabilidad y estamos facilitando la realización, por parte de entidades, administraciones locales y empresas cordobesas, de planes de igualdad que ayuden a la implantación de la igualdad en el propio seno de estos organismos.

Son innegables los avances conseguidos en materia de igualdad e incuestionable la participación de la mujer en todas las esferas de la vida política, social y cultural de nuestra sociedad; pero continuamos asistiendo atónitos a la reproducción de modelos de relaciones entre géneros en los que la mujer resulta discriminada --como en el ámbito laboral-- o donde sigue llevando el peso del trabajo --como ocurre en la esfera privada y el ámbito doméstico--.

Por todo esto, porque estamos comprometidos firmemente con la consecución de todos los principios y derechos que recoge nuestra Constitución y el Estatuto de Autonomía para Andalucía, desde la Diputación de Córdoba seguiremos trabajando a través de la Delegación de Igualdad, pero también de un modo transversal, por hacer de nuestra provincia un territorio donde no exista la discriminación por género y donde impere la Igualdad.

* Presidente de la Diputación de Córdoba