Pedro Sánchez se despide del primer acto. Como en La venganza de Don Mendo . Aunque que nadie se despiste. Don Mendo no es ni mucho menos Sánchez. Sánchez es Magdalena, la amante que lejos de entregarse en amor correspondido y sincero a Don Mendo, se entrega en los brazos de un noble joven y rico. Si alguien está pensando quién es Don Mendo, un servidor se lo dice: el PSOE, que lleva más de cien años comprometido con la utopía y el socialismo y casi medio siglo con nuestra democracia. ¡Ah! El joven rico se lo doy a elegir a usted, querido lector/a. Por ejemplo, Pablo Iglesias o Albert Ribera, que tanto pactan, pactan tanto, Albert como Pablo. Pero como decimos, se acabó el primer acto y como suele suceder a los que vemos el teatro desde la platea cada uno saca sus propias conclusiones y pone sus propios sentimientos. El mío está muy claro, aunque no lejos de dejarme llevar por cierto toque romántico (la edad obliga), Don Mendo no se merecía eso. O sea, el PSOE. Una vez ya en campaña y después de un intento fallido de formar gobierno, toca hacer recuento de bajas después de la batalla. Y el PSOE está herido y no por Podemos como algunos quieren hacernos ver para que miremos para otro lado, sino por el propio Pedro Sánchez y su equipo. Hay que saber interpretar el signo de los tiempos, la historia propia del PSOE y de la democracia española, y a la vieja e histórica guardia socialista que por cierto diverge en más de lo lógico y concebible del Comité Federal de su propio partido. Sánchez ya está amortizado desde el punto de la social democracia española. El socialismo español necesita otro líder que sepa integrar el acervo del PSOE y la historia de nuestra democracia. Entre otras cosas porque los votantes fieles suelen dar su confianza a aquellos partidos que han ejercido la coherencia. Pedro Sánchez la perdió. Lo mejor en estos caso es decir adiós.

* Mediador y coach