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Indeleble en la vida de Córdoba

Exacto: indeleble, "que no se puede borrar ni quitar" el CORDOBA en la vida cordobesa ni de los cordobeses. Así lo siento yo como colaborador en sus páginas desde que me publicaron mi primer artículo, allá por junio de 1984 (siendo el actual director Jefe de Información). Y este sentimiento es tanto más patente cuanto más recuerdo "su volver a empezar" tras su adquisición, mediante subasta pública, adjudicada a los editores de La Voz de Córdoba , periódico que yo gerencié anteriormente a Salvador Ambrosio que, después, fue gerente exitoso del actual CORDOBA, hasta su jubilación. El imperativo legal de una excedencia laboral quizás fue la causa por la que renuncié a formar parte de la estructura de aquel CORDOBA. Este hecho me ratificó en el convencimiento de que las circunstancias, en algunas ocasiones, provocan situaciones antagónicas a los propios deseos personales, pero así es la vida...

Por tanto, mi vinculación al CORDOBA tiene, además, esa pátina de compañerismo que siempre la ha engrandecido, fortaleciéndola de verdad.

Desde Manuel Gómez Cardeña a Francisco Luis Córdoba, junto a sus respectivos equipos de redacción, el diario no ha dejado de incrementar su presencia ante los ojos de los cordobeses. "Dame el CORDOBA" ha sido la frase que, como lema, más han oído --y escuchado-- los quiosqueros de esta ciudad.

Así que, desde esa unión, desde esa ensambladura con La Voz de Córdoba , el CORDOBA ocupó un espacio de libertad tan amplio como reducido y estrecho fue en su etapa inmediatamente anterior, perteneciendo a los Medios de Comunicación Social del Estado. Y desde esas cotas de libertad, solo limitadas por la buena práctica deontológica periodística, el CORDOBA ha defendido, no sin esfuerzo, una independencia que es la responsable de que se cumplan los setenta y cinco años, unos más felices que otros, de su vida contando las luces y las sombras de una Córdoba cada vez más identificada con "su" periódico.

Desde el 15 de mayo de 1984, martes ("en martes ni te cases ni te embarques"), el CORDOBA sí se "casó" con la sociedad cordobesa y también se "embarcó" para navegar mares informativos, capeando tormentas y temporales; disfrutando de bonanzas, serenidades y calmas; intuyendo tempestades, corrigiendo rumbos e, incluso, "achicando aguas". Pero aquel CORDOBA joven, novedoso en firmas y contenidos, explicaba a sus lectores el comienzo de singladuras (ya lleva este barco 11.465) bajo el principio de la más "legítima estricta" profesionalidad, vestida con el nuevo modelo diseñado por Diavasa (José A. Martínez 'Quini', Pérez Iriarte y Luis Felipe).

Desde el número 13.355, del año XLIV, hasta el del día de hoy, número 24.830, del año LXXVI, el CORDOBA ha estado presente en todos los hechos, cotidianos o infrecuentes, de la vida de esta ciudad califal sin acritudes ni brusquedades ni asperezas; con espíritu editorial constructivo, edificante y provechoso. Ahora, ese talante es más necesario que nunca.

Desde el Perfil del día de Antonio Gil quien, con "mucho tacto", reveló la boda "secreta" de cinco curas cordobeses con la consiguiente indignación del obispo Infantes Florido, hasta el polémico XII Centenario de la Mezquita, donde Julio Anguita declaró: "Esta Alcaldía sabrá estar a la altura de la dignidad de la ciudad, pase lo que pase con quien sea", refiriéndose a la visita de Su Majestad el rey Juan Carlos I que, ante el ambiente "enrarecido y confuso" del alcalde con el Cabildo, aplazó la visita a la inauguración de los actos del XII Centenario, el CORDOBA siempre trató los aconteceres noticiables con libertad, vocación de servicio y rigor informativo, según lo exigía su línea editorial, que era deudora de la independencia ejercida en su plural consejo de administración.

1941-2016 son una etapa de 75 años haciendo "un producto nuevo cada día" al acelerado ritmo que marcaba --y marca, cada vez más-- el transcurrir de la vida. Por eso, al diario CORDOBA, sustantivado en toda su plantilla, pretérita y actual, hay que agradecerle su longevidad que no es sino la consecuencia del esfuerzo por mantener su libertad e independencia, santo y seña del valor legítimo que dimana de su lúcida y perdurable cabecera.

Ahora me apetece emular a Antonio Ramos Espejo cuando escribía en el Cincuentenario del CORDOBA: "Y que, tal día como hoy, alguien siga escribiendo ASI QUE PASEN SETENTA Y CINCO AÑOS... tras nuestros propios puntos suspensivos. Otros setenta y cinco años". De todo corazón, muchas felicidades a todos por todo.

*Gerente de empresa

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