Hoy es Nochebuena. Llega la gran noticia que conmueve a la humanidad, que divide la historia en dos mitades. Una noche que mira, por esencia, un pequeño pesebre, constituido como la ternura del pasado, el valor del presente y la esperanza del futuro. La buena nueva del amor se define como la gran buena noticia de la que estamos tan ayunos en nuestro mundo. Globalizados por Belén, antes que por la informática, el mercado y las finanzas, un sentimiento luminoso recorre las entrañas de la historia y del mundo de uno a otro extremo. Ciudadanos, por fin, de un reino invisible y sin fronteras, con el pasaporte de la dignidad de la condición humana.

Hoy es Nochebuena en tu casa y en la mía, en los barrios más inhóspitos y en las lujosas avenidas, en hospitales y prisiones, en el corazón de cada hombre pese a las cicatrices de cada historia. Escribía el Abbé Pierre en su obra Testamento que, al final de sus días, apenas reunía algunas certezas: "a pesar de todo Dios existe, a pesar de todo Dios me ama, a pesar de todo soy libre". Sí, a pesar de todas las dolencias de la humanidad, de los cataclismos naturales de todo signo, de todas las enfermedades incurables, Dios existe. A pesar de todo, de las maldades, los fundamentalismos y los integrismos violentos, de los fanáticos del dinero, de todo lo peor y lo mejor que habita en nosotros, Dios nos ama. A pesar de quienes prostituyen estas fechas convirtiéndolas en luces vacías y mercado, somos libres.

Hoy es Nochebuena. No te quedes en el destello de las luces, ni en el dulzor de los turrones, ni en el rojo de las flores de pascua, ni en el sonar bullicioso de los villancicos. Vuelve tus ojos al Belén de tu infancia, del compartir con los más cercanos. Sigue a la estrella brillante sorteando los castillos de tantos Herodes y venciendo las dificultades de la condición humana, de nuestras propias limitaciones, y llega al portal humilde y casi recóndito, el de tantas esquinas de nuestra existencia, donde en la bondad de los sencillos renace la esperanza de la vida y del hombre.

Vuelve al Belén del corazón con el salvoconducto de la verdad última de tu ser, en el que encontrarás lo que cada mañana anhelas. Abandona los horrores que te rodean, las agonías que te arruinan, las ambiciones desmedidas y ponte en camino. Abre las puertas pesadas de esa posada que te ciega y esclaviza. No te des más plazos, reúne tus alientos y voluntades y empadrónate ya en el censo de los hombres nuevos; donde a pesar de que la historia dos mil años después se repite, entre opresores y oprimidos, retorna siempre la alegría entre el hedor del establo y el calor del heno, para la incomprensión de los sabios y fariseos que siguen siendo los mismos. Para ti amigo lector y para todos los hombres y mujeres de buena voluntad, desde la camaradería y complicidad del camino, Feliz Nochebuena. Feliz Navidad.

* Abogado