Ahora ya sabemos que si las visitas al médico se retrasan o aumenta el número de alumnos por clase por falta de profesores la culpa es de Juan Carlos Monedero. Lo dijo el viernes la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría. "Si todos los españoles hicieran lo que hace el señor Monedero, a ver cómo íbamos a pagar los servicios públicos, la sanidad o la educación", soltó. Podría haberse referido a la millonaria defraudación de Luis Bárcenas, a la que se deriva del cobro de sobresueldos en el PP o al pago con dinero negro de la reforma de la sede de partido, pero no, solo habló de Monedero, convirtiendo un reproche oportuno en un arma política.

Monedero hizo muy mal en facturar mediante una empresa 425.150 euros de trabajos personales de asesoramiento a gobiernos latinoamericanos, pero desgraciadamente es una práctica muy extendida que el sistema tributario tolera o consiente. ¿Podrían asegurar muchos de los tertulianos inquisidores de Monedero o de Pablo Iglesias que ellos no facturan a través de una empresa sus intervenciones radiofónicas o televisivas? Aparte del ahorro fiscal, en el caso de Monedero es más sospechoso que el cobro de los trabajos se hiciera a los tres años de hacerlos o la alta cuantía de los honorarios, lo que induce a pensar que puede tratarse de financiación ilegal del partido.

Cualquier irregularidad fiscal se agrava si quien la comete da lecciones de honradez. Pero eso no impide situar cada caso en sus justos términos. Si el PP, el PSOE y la jauría mediática se empeñan en magnificar las irregularidades de los dirigentes de Podemos, solo lograrán que cada vez más personas asqueadas por la corrupción y por las protecciones que otorga el sistema apoyen a la nueva fuerza, a la que se quiere equiparar a las que gobiernan o han gobernado antes de que alcance el poder. ¡Vaya consuelo!

* Periodista