Los correos electrónicos de Miguel Blesa no solo son un estriptís de sus actuaciones en Caja Madrid, sino que constituyen un ejemplo del funcionamiento del capitalismo que practica la llamada ala liberal del PP, encabezada por la lideresa Esperanza Aguirre, alias la rubia , y por su sucesor en la Comunidad de Madrid, Ignacio González, siempre bajo el paraguas protector del expresidente José María Aznar y de la FAES, la fundación que alimenta el fogón de la locomotora neoliberal. Ya lo sospechábamos, pero ahora lo sabemos. Caja Madrid y el palco del Bernabéu eran el epicentro de la coyunda entre el poder político y el poder económico madrileños. La que llegó a ser la cuarta entidad financiera española servía para pujar por derechos del fútbol en alianza con Telemadrid sabiendo que causarían pérdidas; para invertir en la españolísima Iberia, que acabará en manos británicas; para dar créditos millonarios y fallidos al expresidente de la patronal Gerardo Díaz-Ferrán --ahora en la cárcel--; para conceder créditos a directivos que pudieran comprar así acciones de filiales; para enchufar a consejeros y amigos en fundaciones y en empresas filiales y participadas; para hacer favores en la aprobación de créditos e hipotecas; para colocar hasta a becarios, y para que la familia Aznar presionara para adquirir por 54 millones de euros las obras de un pintor tasadas en 3, aunque, según el expresidente, era por amor al arte, lo que nos ha permitido conocer además las artes liberales de José María Aznar Botella. Y eso sin olvidar los tratos de favor a medios de comunicación partidarios también del liberalismo del qué hay de lo mío. Todas estas aficiones y otras que se irán conociendo han costado a los contribuyentes 22.000 millones de dinero público, cumpliéndose otra regla del capitalismo liberal: cuando hay pérdidas, paga el Estado.

* Periodista