Querida Olivia, acabas de cumplir 18 años, enhorabuena. ¡Qué ilusión tenías! Cuántas ganas de ser adulta. Lamento informarte de que en breve comenzarás a lamentarlo y empezarás a quitarte años. De momento crees que todo son ventajas y que podrás hacer realidad muchos sueños. Por ejemplo, entrar en discotecas y pedir cubatas en los bares. Si puedes pagarlo, claro. Podrás sacarte el carnet de conducir. Podrás ir a la universidad, si podemos costearla, porque están desmontando la pública y apenas dan becas. Podrás casarte e incluso divorciarte, pero ojo, también vale una pasta. Con 18 ya puedes emanciparte legalmente y hacer lo que te dé la gana en tu propia casa, si la tienes. Podrás ver Gandía Shore hasta las tantas y dejar las bragas en el pasillo. Pero para independizarte tendrás que alquilar o comprar un piso, y los bancos pasarán de ti si no tienes propiedades y una holgada nómina. Porque lo de ponerte a trabajar, que tanto anhelas, está chungo, no hay trabajo. Te dirán que te lo montes tú misma, pues ahora ya puedes crear una empresa, aunque sin capital te será difícil. Como verás, hija, la vida no es gratis. En la sociedad que te hemos dejado todo está mercantilizado. Te diría que emigrases a otro país más civilizado, pero en todos pasa lo mismo. Es el sistema. Ya te irás acostumbrando. Solo hay una cosa de gente mayor que ahora sí podrás hacer gratis, votar. ¡A que lo estabas deseando! ¿No? Pues sirve precisamente para cambiar las cosas. Bueno, eso pensábamos nosotros ilusamente, y ya ves. A ver si los de tu generación os inventáis una forma mejor de funcionar, confío en vosotros.