La petición del rescate de la banca española ha obligado a un ejercicio de transparencia adicional dirigido por una empresa privada. Más allá de los tests de estrés a que la Autoridad Bancaria Europea ha sometido a las entidades de la Unión en varias ocasiones, la auditora Oliver Wyman ha hecho una estricta prueba de resistencia a 14 entidades españolas para avalar así las necesidades de capital del sistema ante Bruselas. El resultado dice que, tal como se había adelantado, la mitad de los bancos --con el 62% de los activos crediticios-- están más que sanos y no necesitarían capital adicional, incluso en un panorama nefasto con una caída del PIB del 6,1% acumulado de aquí al 2014. También señala que, en esas mismas condiciones tan adversas, otros siete bancos precisarían recapitalizarse por un valor de entre 59.300 y 53.745 millones en función de si se contemplan las ayudas fiscales de las fusiones.

Si las necesidades máximas globales son de 59.300 millones, del rescate bancario que obtendría y avalaría el FROB quedarían sin utilizar en torno a la mitad de los 100.000 millones totales. Por eso el Gobierno español trata de obtener autorización de la UE para que la cantidad restante pueda destinarse a la compra de deuda pública y combatir así la especulación. El panorama que se dibuja plantea además lo que debería ser el escenario de la última fase de la reestructuración del sistema financiero español. Estamos ante el remate de la desaparición de las cajas --solo La Caixa, las tres vascas de Kutxabank y la andaluza Unicaja han sobrevivido--, que dará lugar a movimientos para tomar posiciones en el mercado interior, lo que puede abrir la puerta a algún gran grupo europeo.