Pese a que no lleva ni diez días como secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba ya se ha visto en medio de un fuego cruzado propiciado por la tensa situación que viven los socialistas en Andalucía, fracturados por una división interna que ha estallado al hilo de la configuración de las listas para las elecciones autonómicas. Rubalcaba ha tenido que salir ya al rescate de Griñán en dos ocasiones: la primera nombrándolo presidente del PSOE tras el Congreso Federal y ahora dándole vía libre para reconducir como crea conveniente la nueva crisis, que se ha cobrado la dimisión del hasta ahora secretario general de los socialistas sevillanos, José Antonio Viera. Tanto los partidarios de Griñán (articulados alrededor de la secretaria andaluza de Organización, Susana Díaz) como los de Viera tenían ayer los ojos puestos en la calle Ferraz, para ver la reacción de Rubalcaba ante el hecho de que sus partidarios quedaran descabalgados de la lista por Sevilla. Y el mensaje no pudo ser más claro: la Ejecutiva Federal no tiene nada que decir al respecto, aunque es innegable que ha actuado de muñidor del acuerdo finalmente alcanzado. Pero de esta manera se ha dejado el tema en manos del PSOE andaluz, que va a tener así vía libre para validar una lista cuya legalidad orgánica ha sido cuestionada por parte del socialismo sevillano. Y lo más importante es que, por segunda vez en una semana, Rubalcaba salva a Griñán de una situación comprometida y que todavía está por ver cómo se resuelve definitivamente.