Durante estos últimos tres años todo han sido mentiras, promesas, engaños y fuegos de artificio. Tan sólo el anarquismo individualista del español, que rehuye alistarse en cualquier causa, explica que la gente no se haya lanzado a la calle, o que se sucediera una huelga tras otra para forzar a que nuestros dirigentes políticos dejasen los cargos, dando paso a otros.

Mientras tanto los sindicatos, comprados y amordazados, con promesas y dinero. No se trata de que los dirigentes sean de izquierdas, sino que creían que los dirigentes nunca atentarían contra los intereses de los trabajadores. Ahora ya ha quedado claro que no es así. Ya no se trata tan sólo de pequeños comercios, autónomos, obreros, etc. Ahora subida del IRPF, del IVA, recorte del sueldo de todos los funcionarios (educadores, médicos, policía y todos los servicios públicos) entre un 5 y un 15%. Siempre es lo mismo. Mientras los hijos díscolos de la familia se dan la buena vida (diez años de especulación inmobiliaria, de construcción desmedida, de créditos y préstamos bancarios sin avales suficientes, de jugar en bolsa), después de haberse forrado y haber llevado la casa a la ruina, el hijo bueno, el pobre funcionario -después de años de esfuerzo, de pasar unas oposiciones del diablo, de que jamás le hayan subido el sueldo por encima del IPC, de haber visto menguar su poder adquisitivo año tras año, a la vez que todos los altos cargos, de índole político, nombrados a dedo, de gente en su mayoría altamente incompetente, cobran sueldos millonarios-, ahora, tras tres años de ineptitud de esos mismos políticos ha de pagar él los platos rotos. Su sueldo, que no da más que lo comido por lo servido, se verá reducido drásticamente porque sus señorías, que no pasarían unas oposiciones en su vida, después de vivir en la inopia y engañar a todo el mundo, no han podido saltarse la vara de Europa que les ha puesto en su sitio.

La medida no indica solidaridad con los que están pasando la crisis (ojalá ellos hubieran sido solidarios cuando se forraban y hubieran subido el sueldo de los funcionarios en aquel tiempo), sino ineptitud y estupidez en el gasto público de una clase política que merece que la ponga de patitas en la calle.

Sinceramente creo que este gobierno se merece una huelga general, una mención de censura (si Rajoy no estuviese pensando en lo que le harán Esperanza y Gallardón cuando la pierda) y una dimisión en masa. Si Zapatero fuese tan honesto como dice que es debería tener el valor de presentar su dimisión y adelantar las elecciones. Aunque me temo que esa honestidad hace tiempo que es otro fuego de artificio.

* Profesor