Están concluyendo las obras de restauración de la iglesia de San Lorenzo tras una serie de retrasos, ya endémicos en casi toda obra pública que se lleve a cabo, sea culpable el contratista, la Administración o la dirección técnica. El caso es que siempre están enredados. En este caso particular, se cerró la iglesia para su restauración el 26 de diciembre del 2006, y se tenía previsto concluirla año y medio después, es decir, sobre junio del 2008. Echen ustedes las cuentas.

Pero el motivo principal de esta carta es manifestar que cuando se realiza una restauración hay que hacerla completa, y no ocurre así en este caso, en donde se han permitido dejar desportillados los bordes de las cornisas, y pasamanos de las barandas de piedra de los distintos cuerpos de la torre; y que se pueden apreciar desde la calle. Lo mismo en muchos sillares de la fachada. Tanto unos como otros tenían que haberlos emparchado con mortero de piedra artificial y enrasarlos aristándolos, para dejarlos restaurarlos. Si es un olvido, aún se está a tiempo. Si es intencionadamente, sería una chapuza y una estafa, o una manera muy estrambótica de considerar lo que es una restauración.

Rafael Varo García

Córdoba