El poeta Luis Jiménez Martos ha dejado un gran vacío entre los poetas y críticos de la Generación del 50. Nacido en Córdoba en 1928, se licenció en Derecho por la Universidad de Granada; fundo la revista Arkángel, junto a Sebastián Cuevas y Gabriel Moreno, y muy pronto se marchó a Madrid para abrirse paso en la vida literaria de la capital del Reino. Muy pronto entró a trabajar en la editorial Aguilar, trabajo que simultaneó con la dirección de la prestigiosa colección Adonais, de la editorial Rialp, donde organizó el premio del mismo nombre durante los últimos cuarenta años, dándole paso y fama a grandes poetas españoles. Unos se dieron a conocer como premiados y otros como finalistas, pero de ahí nacieron desde Antonio Colinas a Blanca Andréu, por citar sólo a dos de varias docenas de poetas. Es autor de muchos libros de poesía y de numerosas antologías, y como crítico dejó su impronta en numerosas publicaciones, desde La Estafeta Literaria hasta los Cuadernos del Sur de Diario CORDOBA. Sin duda hemos perdido a uno de nuestros cordobeses ilustres, que hizo mucho por Córdoba y jamás dejó de venir por aquí. Está considerado como uno de los mejores poetas andaluces de su generación y uno de los que más ha apostado por los nuevos valores de la poesía española. Pero a nivel de Córdoba hay que destacar que aún no tiene una humilde calle en su tierra, por cierto.