Diario Córdoba

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Al margen

Fallen leaves

Un momento de 'Fallen Leaves'. EL PERIÓDICO

Cada cierto tiempo vuelve el cine del finlandés Aki Kaurismaki, como las hojas caídas en otoño; y ahora, como regalo de navidad. Con ese estilo tan particular, donde se pueden encontrar multitud de guiños en forma de homenaje a maestros pioneros como Chaplin o insobornables como Bresson y Godard, siempre escribe y dirige sus obras con valentía, aparente sencillez e inteligencia, con largos silencios y una imperturbable cámara fija que solo mueve lo necesario. Su caligrafía fílmica siempre se mantiene tenaz, por encima de todo, ya sea una versión de Shakespeare (Hamlet se mete a hombre de negocios, 1987) , una adaptación de Crimen y Castigo (1983) o, como suele ser habitual en sus últimas producciones, con historias originales, desde aquella memorable Contraté a un asesino a sueldo (1990), donde el personaje de Jean Pierre Léaud (emblemático actor fetiche de Truffaut) acuerda su propia muerte con un criminal al no ser capaz de acabar él mismo con su vida.

Asimismo, este autor consigue siempre que su sello prevalezca, sea cual sea el género en que se mueve y revierte; lo mismo en suspense, drama o comedia, incluso romántica -como es el caso que nos ocupa-. Sus guiones contienen diálogos mínimos y, como amante de la música, suele introducir canciones de lo más variado. Y sabe perfectamente como hacerlo, sin que chirríe, elevando y convirtiendo en mágicos esos momentos. Sus personajes suelen ser de baja clase social, trabajadores que luchan por sobrevivir, incluso cuenta con una trilogía conocida como la del proletariado, compuesta por Sombras en el paraíso (1985), Ariel (1988) y La chica de la fábrica de cerillas (1990).

Desde entonces, este tipo de personajes han quedado instalados en su filmografía, introduciendo otros desarraigados y ocupándose, sin juzgar, los problemas que asolan la sociedad en cada momento: inmigración, pobreza, guerra... Eso sí, el humor en medio de la tristeza y la esperanza siempre aparecen.

En Fallen leaves nos cuenta la historia de una relación entre un trabajador del metal alcohólico y una reponedora de supermercado, dos seres solitarios. Pero, como digo, lo importante siempre es el cómo, más que el qué. Pura poesía cinematográfica.

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