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'Los asesinos de la luna'

Son 206 minutos de buen cine que atrapan al espectador desde su arranque

Una imagen de la película 'Los asesinos de la luna'. CÓRDOBA

En el título original del último filme (por ahora) de Martin Scorsese aparece algo que se ha quedado por el camino en la traducción al castellano, me refiero a la palabra flor, importante término que nombraría una luminosa metáfora alusiva al relato que se nos cuenta: cómo en los años 20 del pasado siglo fueron aniquilados, sibilinamente, muchos de los miembros de la nación indígena Osange, por la avaricia del hombre blanco, que codiciaba los terrenos ricos en petróleo que habitaban en Oklahoma. Son 206 minutos de buen cine que atrapan al espectador desde su arranque, cuando conocemos a los personajes que protagonizan el guion escrito por el mismo director, junto a Eric Roth, basado en el libro de David Grann.

Cada plano está estudiado y diseñado en cuanto a su composición y movimiento, tanto a la hora de coreografiar las entradas y salidas de actores y actrices como en lo que corresponde al dinamismo de la cámara que lleva Rodrigo Prieto con maestría. Igual que la música del desaparecido Robbie Robertson (guitarrista componente de The Band) que suena y compuso influenciado por ritmos étnicos de los primeros pueblos que poblaron Norteamérica.

Este drama criminal, con mucho de western, nos presenta la llegada al lugar del personaje que encarna Leonardo DiCaprio, sobrino del cacique y malévolo tipo que construye Robert de Niro, cuando conoce a la mujer de la que se enamora, una Osange que interpreta con autenticidad y excelencia Lyli Gladstone. La acción estará siempre marcada por este triángulo y las malas influencias de alguien que pretende quedarse con todo lo que no es suyo, caiga quien caiga. La actriz sabe cómo ensombrecer a los dos monstruos de la interpretación que la acompañan, gracias a los silencios, gestos, expresión corporal, y sobre todo su mirada que transmite verdad y emoción al espectador más frío.

Por último, después de presentarnos Scorsese toda una lección de cine, se despide con un plano final hermoso en cuanto a movimiento, composición y color, resumen de su buen hacer.

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