Dicen que la tinta china no se borra. Y parece que tampoco se borra del pensamiento de los tipógrafos, llegando, en algunas ocasiones, a ser una obsesión el arte de imprimir. Y esto es lo que le ha sucedido a Francisco Morales, en complicidad con sus cuñados Antonio Sánchez y Rosi Merino -propietarios del local- y apoyado por su hijo Miguel. Francisco Morales, Paco el de la Imprenta, es un enamorado de la tipografía y un apreciable caligrafista, capaz de plasmar con sus manos, el cálamo y la tinta, unas letras que son verdaderas obras de arte. Y ese amor a la tipografía artesanal le hizo adquirir, por el placer de conservarlas y sin ánimo de lucro, maquinaria y material de otros establecimientos que iban cerrando. Así llegaron prensas, comodines, colecciones de tipos móviles y clisés, de desaparecidas imprentas cordobesas, de Gijón, Barcelona, Madrid y otras ciudades españolas. No es el germen, es la realidad del futuro Museo Local de Tipografía Miguel Morales, de los pocos existentes en la provincia de Córdoba. Y ubicado en un lugar privilegiado, la casa de Amelia Fernández, de la que se conoce su existencia en la Villa ya en 1753, morada del conde de la Estrella y desde 1880 hasta 1930 del médico castreño Mariano Fuentes del Río.