Ganado: toros de Victorino Martín, desiguales de presentación y de juego. El quinto, de nombre Jarretero, número 37, negro entrepelado, de 618 kilos y nacido en diciembre de 2014, fue premiado con la vuelta al ruedo. El cuarto fue otro gran toro, con transmisión aunque justito de fuerzas. Segundo y sexto, complicados. Nobles pero flojos, primero y tercero.

Manuel Jesús ‘El Cid’: silencio y oreja.

Manuel Escribano: silencio y dos orejas.

Rubén Pinar: oreja y oreja.

En el debut de la ganadería de Victorino Martín en Soria se puede decir, en el aspecto ganadero, es que hubo de todo. Un toro premiado, quizás excesivamente con la vuelta al ruedo, que fue el quinto y otro toro, el cuarto, que tuvo más virtudes aunque no fue aprovechado por su matador.

Y es que El Cid tiene siempre una suerte tremenda en los lotes. Si su primero sirvió, a pesar de su falta de fuerzas, para que el sevillano hiciera una faena aseada sin comprometerse en demasía, en el otro, el citado cuarto, volvió a evidenciar esa gran fortuna en los sorteos. Un gran toro, con recorrido y humillación que fue solamente aprovechado a medias por el sevillano, a pesar de que el amable público de Soria le concediera una oreja cariñosa. El Cid está de despedida y cierto es que no recuerda a ese gran torero que enamoraba con su prodigiosa mano izquierda precisamente con estos toros de Victorino que tan bien entendía y sobre todo aprovechaba. Pudo hacer más con sus dos toros, esa es la sensación que deja de su actuación en Soria.

El otro gran toro del envío ha sido el quinto, premiado con la vuelta al ruedo. Dio espectáculo en los primeros tercios derribando al picador en un primer encuentro. Era un torazo de 618 kilos, muy por encima del resto de sus hermanos, y ya por apariencia todo lo que hacía llegaba al tendido. Escribano así lo entendió y se lució en banderillas aprovechando la alegría y fijeza del animal.

Con la muleta, el de Gerena estuvo fácil en una faena brindada al público y en la que alternó las dos manos. El toro fue bueno pero faltó ese punto para poder hablar de una merecida vuelta al ruedo. Quizás esa falta de humillación fue lo que se echó de menos. Mejor por el lado derecho que por el otro pitón. Escribano terminó con bernardinas y mató a la primera por lo que el entusiasmo del respetable y la generosidad de la presidencia hicieron el resto. Paseó las dos orejas.

En su primero, Escribano se encontró con un toro más complicado que, además de falta de fuerza, tenía poco recorrido. Lo intentó y a veces con la diestra consiguió cierto lucimiento, pero el mal uso de los aceros hizo que todo quedara en silencio.

El debutante Rubén Pinar se encontró con un primero con transmisión pero falto de fuerzas. Lo recibió muy bien a la verónica y le hizo un quite por delantales lucido. Con la franela destacó en series cortas por ambas manos y lo mató muy bien recibiendo un justo trofeo de una oreja.

Con el que cerraba plaza volvió a evidenciar un concepto sólido del toreo, muy por encima de un animal que le punteaba la muleta y le cabeceaba incomodando los pases.

Faena a más con unas buenas series con la mano izquierda que, a la postre, fue lo mejor de la tarde, como su certera estocada con la que pudo cortar la oreja y salir a hombros.