Magdalena Gutiérrez es funcionaria de la delegación de Salud y, desde hace más de once meses, una feliz no fumadora. En febrero de este mismo año y motivada por un deseo interior de acabar con su adicción propuso la creación en su centro de trabajo de un curso de desintoxicación del tabaco. A partir de ahí y hasta la creación del mismo dice que fue despidiéndose de todos los momentos en los que fumaba. "Llevo fumando desde que tenía 15 años y hasta los 49. Decidí quitarme cuando jamás me lo había planteado. No me sentía capaz o no veía cuál era el momento".

Magdalena asegura que ni los baches económicos y las constantes advertencias de lo que el tabaco perjudica a la salud conseguían hacerla recapacitar. "Cuando no tenía motivos económicos ni de salud, es cuando decidí que me tenía que quitar. Gente de mi alrededor comenzó a dejarlo y dije: por qué no voy a dar yo el salto". La exfumadora comenzó su hastío con un proceso de toma de conciencia en el que se dio cuenta de que ya no sacaba provecho del tabaco. "Ya no sentía el falso placer de fumar" confiesa. Una vez se formó el curso de terapia grupal dirigido por una psicóloga especialista, Magdalena comenzó un tratamiento farmacológico que le sirvió como base para su deshabituación. "Yo pienso que si ese tipo de ayuda existe debemos de usarla", contesta. El proceso de desintoxicación duró tres semanas y para Magdalena fue más duro que el día en el que definitivamente lo dejó. "Lo pasé peor reduciendo el consumo que el día que dije se acabó, aunque yo creo que esto es un trabajo ya para toda la vida" sentencia.

"El día 1 de octubre del año pasado acabó. El tabaco no lo echo en falta, sólo tienes que romper la asociación entre él y tu vida". Para Magdalena, como para tanta otra gente que acaba con su adicción, su vida ha mejorado en diversos aspectos: "Ha mejorado mi economía pero también en la salud lo noto muchísimo, respiro mejor y tengo más capacidad pulmonar".

Su experiencia es la de una persona que ha pasado de depender de un paquete de tabaco a tomar conciencia de su problema y combatirlo orgullosamente. "Los fumadores han de tomar conciencia de que algún día se tendrán que quitar. El paso fundamental es darse cuenta del problema y luego hay que buscar el momento perfecto. El secreto está en no encenderlo". Como Magdalena dice, parece que era su momento. Esperemos que poco a poco vaya siendo el de más cordobeses que, orgullosos de sí mismos, lo consiguen.