El colectivo más vulnerable en el agua son los bebés y los niños de hasta 5 años. No saben nadar y eso hace que los adultos deban extremar las precauciones. «Entre los 5 y los 10 años también existe mucho riesgo porque están en plena etapa de reafirmación de la personalidad y no hacen más que demostrar lo valientes que son, lo mucho que aguantan bajo el agua o la capacidad que tienen para tirarse al mar o la piscina desde cualquier sitio», explican los expertos. E insisten en que ni flotadores ni manguitos protegen contra el ahogamiento. Tampoco los chalecos, aunque son, en su opinión, el método preventivo más eficaz. «Los padres tienen que dar ejemplo y enseñar a sus hijos que siempre han de seguir las indicaciones del socorrista. También tienen que respetar el color de la bandera y no tirarse desde cualquier acantilado peligroso», advierten. Y otra cosa: «Los socorristas que hay en las piscinas no son canguros. Los padres y las madres no pueden desentenderse de los pequeños porque son su responsabilidad y cualquier despiste puede desembocar en tragedia», avisan los entendidos.