El recrudecimiento de la crisis total venezolana apea de las portadas de los media españoles la danza única de nuestro eterno proceso electoral y sus consecuencias, miedos y tantos desatinos. Claro que este foco inquieto que ponemos para observar el bello país caribeño, tan amigo, no es fingido ni nuevo. En realidad los españoles venimos siguiendo la novedad revolucionaria venezolana, siempre con aprensión, desde el primer conato golpista de Chaves en los albores de los noventa. Porque el desafío del militar, más allá de su retórica amenazadora y ese punto de clown guason que siempre tuvo, nos pareció desde su comienzo una amenaza para la estabilidad de su propio país y, más allá de el, una alerta para todo el subcontinente americano. Chaves, con su mar de petróleo y su narcisista desvarío, pretendió ser una especie de Jomeini socialista repartidor global de petróleo para atraer aliados con los que amenazar a USA y tocar las narices a la Europa capitalista.

Pero su fijación con España fue especial. Se enfrentó y abrazó también a casi todos nuestros políticos y muchos empresarios, y hasta intentó mandarnos un caballo de Troya repleto de aguerridos podemitas para defender sus políticas y tocar cabrear a nuestros gobiernos. Cuando murió, víctima de un cáncer, en realidad acabó la ampulosa y muy penosa historia de otro dictador sudamericano. Pero su heredero, el sucedáneo Maduro, se creyó tan importante como el mentor y continúa el baile macabro de la dictadura hasta llevar al país al colapso social y económico y al enfrentamiento que puede concluir siendo armado.

España sigue en primera fila --ahora con gobierno socialista-- la peripecia estremecedora de un país hambriento y sometido a la crueldad impune de los lacayos de un régimen podrido. Leopoldo Lopez se ha refugiado en la residencia de nuestro embajador en Caracas y Madrid advierte que bajo ningún concepto esta sea allanada por policías o militares, pues territorio soberano español. Como España son varios países los que protegen a perseguidos. Fuera, un Juan Guaiadó más expeditivo que prudente, espolea a la mitad del país para echar al dictador. Europa desea que todo se resuelva con unas elecciones libres y USA atiza al régimen y calla. Hay día que parece que estuviéramos por primera vez en la antesala de un relajamiento de la situación y otros que aparecen los militares como amenaza.

Si, este fresco de violencia y selvático ha desplazado por unos días el vodevil de Pablo Casado, ayer trumpista y hoy centrado, y las irrefrenables ansias de Podemos por pisar moqueta de gobierno con Pedro Sánchez. Unos y otros creen que modificando el titular cambia automáticamente el fondo de su discurso. Continúan creyendo en la eficacia del engaño.

* Periodista