Es que de pronto, con este inesperado cambio de régimen en nuestra Andalucía, he sentido, en un mazazo de realidad imposible de eludir, que mi juventud tal vez nunca existió. Casi cuarenta años de lo mismo tras casi otros cuarenta de lo mismo. De pronto, he palpado que no he tenido otra vida ni otro tiempo ni otra tierra. ¡Mi pobre tierra!; y pobre no por falta de riqueza, sino por aplastada y abandonada en un eterno páramo, y desangrada en otras tierras. ¡Tantos brazos y tantas almas! De pronto he visto, con una lanzada de melancolía, aquellos años de la Transición. ¡Tantas palabras! ¡Pero la realidad!, la aplastante, necia, surrealista realidad. Los mismos que lucharon para el cambio convertidos en lo que prometían cambiar, o yéndose fuera para vivir de ser andaluces y así tenerlo todo. Y el aparato político transformó en silencio la esperanza, porque quien protestaba o no participaba en el nuevo régimen supo en pocos meses que era excluido del festín y expulsado al desierto. Fue la nueva dictadura para aplastar sin violencia al pueblo hasta convertirlo en masa. Sabían que la nueva cultura iba dirigida a domesticar en vez de liberar. Pero callaron; o peor: hablaron para corromper el espíritu de lo que decían. Ahora nadie se acuerda ya de cómo alimentaron vacío tras vacío estos casi cuarenta años que florecían en miseria. Tres generaciones ya para siempre fraguadas en su nada, o emigrantes. ¿Qué ocurrirá ahora? ¿De nuevo la tentación del poder para mantenerse en el poder? ¿De nuevo engrasar la maquinaria para que acabe todo corrompido? ¿De nuevo cambiar la fachada para no cambiar la casa, es decir, el sistema electoral, el unte, los intereses partidarios y el chalaneo con los votos tras las elecciones? ¿Dónde están quienes callaron o apoyaron estos casi cuarenta años de molicie? ¿Es que acaso sólo querían la revancha o la herencia de la otra corrupción para justificar la suya? ¿Dónde vamos ahora? ¿Se comprobará de nuevo eso de que el poder corrompe? Me he mirado en mi alma ¡y me he visto tan cansado sin saber qué hacer con aquellas esperanzas y su melancolía! ¿Adónde puedo ir ya? ¡Esta pobre tierra! ¿Qué la maldice alba tras alba hasta dejarla así? ¿Otros cuarenta años que acaben en más nada? ¿Moriremos tantos sin ver nunca otra cosa?

* Escritor