Demasiado lejos ha tenido que llegar la guerra declarada por Donald Trump contra buena parte de la prensa de Estados Unidos cuando ha provocado, en una iniciativa inédita, que centenares de diarios del país se unan para decir basta mediante la publicación, este jueves, de editoriales simultáneos en los que hacen pública la situación de acoso y veto a los informadores. Desde su llegada a la Casa Blanca, el 20 de enero del 2017, el presidente norteamericano, decidió eludir la primera enmienda de la Constitución del país, que consagra la libertad de expresión, y se empeñó en descalificar a los medios críticos con su gestión y sus ideas radicales y populistas, expresadas habitualmente a través de su forma de preferida de comunicarse: los tuits directos e incendiarios.

El promotor del plante de los medios fue el Boston Globe, al que se le recuerda por el brillante trabajo de su equipo de investigación Spotlight, que, por encima de las presiones, destapó en el 2002 uno de los mayores escándalos de pederastia de religiosos católicos en EEUU. Y es precisamente esa voluntad de informar con libertad, sin mordazas de los poderes fácticos, de los políticos o de la Administración, la causa que ha movido a los diarios norteamericanos a reivindicar que no puede haber un país libre sin prensa libre ni una verdadera democracia, una causa con la que nuestro periódico se identifica, comparte y se solidariza.

Como destacan algunos responsables de la acción conjunta, la prensa no podía permanecer más tiempo sin hacer nada contra las agresiones de Trump, que no duda en acusar a los periodistas de divulgar fake news ni en ofender a los medios al llamarlos «enemigos del pueblo». Esta última afirmación es la gran falsedad que denuncian los promotores, ya que el presidente utiliza el populismo --con mensajes destinados a desviar la atención de sus propias decisiones, dirigidos a las capas más empobrecidas de la población en los que intenta trasladar el origen de los problemas a los inmigrantes, o a países terceros-- para calar en una parte de los ciudadanos que le sostiene electoralmente y que le permite defender un modelo de país que prima desde la cúspide del poder ejecutivo al poder económico, frente a la mayoría.

Incluso desde dentro de la prensa estadounidense se duda de que esta acción conjunta pueda por sí sola cambiar la situación, pero confían en que sirva para iniciar una campaña que llegue al votante medio de Trump. Es de esperar, en beneficio de la libertad de expresión y del derecho de los ciudadanos de ser informados libremente, que la iniciativa de este jueves sea un paso para la concienciación de la necesidad de que todos los países tengan una prensa libre, también en EEUU.