El empobrecimiento de la juventud por su sueldo de lástima --en algunos sitios ahora se cobra lo mismo que en 1982-- es una realidad que no ha superado el tiempo en el que manda Rajoy. Por mucho que repita lo contrario el registrador de la propiedad máximo responsable del PP. Por eso te interesa más un discurso nada jactancioso ni afectado, como el de Teresa Rodríguez, coordinadora de Podemos Andalucía, que, al menos, te sugiere por dónde va la realidad del país. Aunque lo pronuncie en un escenario tan de cinco estrellas como el Hotel Eurostars Palace, el Oxidao, en los desayunos del periódico CÓRDOBA. Todo en este tiempo en el que la primavera empieza a hacer guiños, la ciudad estrena otra vez su eterna costumbre de ofrecer caracoles a una clientela de mucha historia y las redes sociales construyen una realidad parecida, en sus medidas, a la de la Cataluña de ahora: la mitad de la nación, a la que Marta Sánchez le ha puesto letra a su himno, está dentro y la otra, fuera, en ambas partes con personajes tan dispares como mi suegra y Javier Marías en una, y Trump y los jóvenes raperos en otra. Es el momento en el que la soledad triste de febrero --exceptuando el Carnaval--, esa que te envuelve cuando abandona a quienes andan ocupados o cuando el día desvanece sus colores en una desconocida oscuridad, se va acabando definitivamente y vuelve a sonar con fuerza el himno de Andalucía, el único cuya digna letra no te desvía hacia esa patria que desgraciadamente algunos han convertido en peyorativa. El tiempo en el que la Semana Santa se va apoderando de los espacios, como las constructoras de viviendas en Almogávares, donde los clientes del bar Bonillo, de más de treinta años, dejarán el 2 de marzo la mesa donde echaban su partida de dominó, una evidente alteración de su historia cotidiana. Como la de quienes vivían en los pisos cercanos y trabajaban en la farmacia. Un tiempo en el que Teresa Rodríguez dice que no le mantendría el nombre de Pemán al teatro que así se llama en Cádiz cuando se rehabilite este edificio y que Andrés Trapiello, que intervino en el acto en el que el periodista Chaves Nogales volvió a Córdoba, afirmó que el poeta gaditano fue más que cruel con los maestros durante la guerra pero que cuando la ganó se transformó y empezó a practicar el bien con los «enemigos». Calles para las que algunos proponen nombres de poetas, de frailes entregados o de, por ejemplo, Cruz Conde con nombre Antonio, el alcalde que construyó la ciudad actual que pasean los turistas, cuando Antonio Gala, al que se le va a dedicar una semana al año, era un muchacho que correteaba Claudio Marcelo y comenzaba a construirse.