Se inauguró ayer la 45 Feria del Libro, en el escenario del Bulevar Gran Capitán, avenida de la Cultura en estos días; brisa de mar abierto en cada caseta; historias, sueños y esperanzas, al alcance de la mano. Unamuno nos dejó unos versos que nos vienen como anillo al dedo: «Leer, leer, leer, vivir la vida/ que otros soñaron./ Leer, leer, el alma olvidada/ las cosas que pasaron». Oleada de títulos, caravana de autores, abriéndose paso entre los lectores anónimos invitándoles a pasar y adquirir su libro, su obra, su historia. Casi todos los escritores coinciden en los mismos motivos: «Estoy en este oficio porque me gusta contar historias, o mejor, necesito contar historias, y lo hago desde la adolescencia», ha declarado Sergio Ramírez, el autor de moda, el Premio Cervantes de este año, el joven que participó en la revolución sandinista de su país, y luego, ahora, tantos años después, nos ha dejado estas sensaciones desoladas: «Ahora veo que era solo una ilusión. Las revoluciones tienen un primer momento puro, cuando todo está intacto. Luego entra en escena el poder, con sus mecanismos implacables, y los ideales pasan por esa trituradora... De todo aquello que fue la revolución solo queda, en muchos, un lejano recuerdo, un sentimiento de frustración, de angustia, por algo perdido para siempre». Podemos leer despacio «todo esto» en su novela Adiós, muchachos, y aprender, de una vez, la trastienda de tantas patrañas encubiertas. En la Feria del Libro podemos encontrar, sobre todo, a muchos autores cordobeses: a Manuel Gahete, con su último libro, La Córdoba íntima, una radiografía de nuestra capital entre pinceladas históricas, culturales y sociales; a Amelia Serrano, con sus Relatos químicos; a Pilar Redondo y sus Relatos de humor y 10 poemas en inglés, alemán y chino. Pilar es el verso que sale al encuentro, el cuento divertido, la imaginación alimentada por un realismo que ella suaviza y ofrece sin acritud. Con su nuevo libro, Pilar quiere divertirnos y alegrarnos. Y como aroma especial la silueta, ya en la luz, de Pablo García Baena, el poeta del culto a la palabra.

* Sacerdote y periodista