Portugal es un país de moda, que está acogiendo muchas empresas que marchan de nuestro territorio, y la cosmopolita Lisboa se convierte en uno de esos destinos top, preferidos de intelectuales y artistas de todo el mundo. Son muchas y variopintas las ocasiones que me han acercado a este país y, particularmente, su capital es una ciudad que me encanta por su luz, su arquitectura, sus gentes y el ritmo más pausado de la vida; con sus tranvías, el Barrio Alto, la Alfama, el Chiado, la plaza del Comercio, el Monasterio de los Jerónimos, la Torre de Belém o el Castillo de San Jorge. Allí tenemos a nuestro Antonio Muñoz Molina con su obra Tus pasos en la escalera, ambientada en una Lisboa llena de palacios y de mar, ofreciendo un concepto de vida más sosegada, más auténtica como nos recordaran Luis de Camoes, Fernando Pessoa o José Saramago, con sus fados y sus fachadas alicatadas en un ambiente decadente y refinado a la vez.

Ahora, que también están tan de moda los divorcios territoriales, cuando León quiere separarse de Castilla, Cataluña de España, y los hijos de la Gran Bretaña de Europa; surge en estos días como contrapunto la voz de Rui Moreira, el alcalde de Oporto, apostando por una unión entre España y Portugal de carácter político y económico, similar al Benelux, que engloba a Bélgica, Holanda y Luxemburgo. Y ello, para conseguir una proyección más allá de la propia península y que englobase a Iberoamérica, nuestro espacio natural de expansión económica y cultural, donde nuestros universitarios tienen trabajo como directivos de empresas y no colocados de fregaplatos o en lugares de comida basura cómo los emplean en buena parte de Europa. Defiende el regidor de la ciudad lusa, una identidad ibérica, que se refleje en medios de comunicación, proyectos empresariales, mejora de las conexiones aéreas y ferroviarias, oferta turística, etc.

No va descaminado el alcalde. Recientemente, se publicó una encuesta del Instituto Elcano que recogía cómo el 78% de los portugueses deseaban una mayor unión política con España, que desgraciadamente durante siglos ha vivido bastante de espaldas a nuestro vecino, pese a mantener unos estrechos vínculos históricos y culturales . Si fuéramos sensatos, en estos tiempos de desunión, deberíamos trazar como uno de los ejes estratégicos de nuestra política este proyecto de Iberolux, que sumara conocimiento y talento, y potenciara nuestros mercados ante el mundo. Para extremeños, gallegos o andaluces, no creo que hubiese muchas reticencias, ya que realmente es una prolongación de paisajes y paisanajes donde las fronteras hace mucho que dejaron de existir. Nunca es tarde, para mirar también al oeste, que esta vez no es tan lejano.

* Abogado y mediador