Las voces contra el presidente del Gobierno vuelven con el desfile militar del 12 de octubre. Se nota que ha llegado de nuevo un socialista a la Moncloa. Rodríguez Zapatero aguantó estoico durante años grandes escandaleras de derechistas, muchos de ellos, como se conoció en su momento, militantes del PP. Con Pedro Sánchez se repite el espectáculo. A este le llaman okupa y separatista entre otros exabruptos. Pero a estas alturas nada de lo visto y escuchado sorprende; se sabe que son muchos los que creen que el ejército y la bandera son solo de ellos; que a la izquierda nada le pertenece de ese patrimonio inmaterial llamada nación española.

La única novedad del momento la trae la indignación renovada de la añeja derecha heredera del franquismo ahora muy alborotada por la decisión del Gobierno de remover los restos del dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos y, por supuesto, «su pacto con el separatismo catalán» y el nuevo Belcebú surgido en política española llamado Podemos. Es verdad que el PP se quema, pero sus rescoldos calientan a una extrema derecha creciente en España, como ocurre en tantos otros países europeos. La hemorragia lleva a nuestra derecha canónica a parecerse cada día mas a los que huyen del cobijo de sus siglas haciendo que todo el cencerraje político de nuestros conservadores suene con un timbre muy parecido.

Uno de los estribillos más definitivos de esta melodía anti socialista viene provocado por el grave error de cálculo del Gobierno al anunciar de manera precipitada y atolondrada su decisión de sacar los restos del dictador de su tumba en el Valle de los Caídos. No advirtió casi ninguna de sus posibles consecuencias. La primera, la más obvia, se refería a las dificultades legales de la accion; también debió de sopesar la resistencia de su familia ahora dirigida por el ultra Francis Franco. Y, además, valorar el efecto que tendría el no verse acompañado por ningún partido de la derecha española en esta mudanza. No calculó, en fin, que se toparía con la Iglesia, y algo aún más peligroso: que tantas idas y venidas, dudas y retrasos, abierta ya la losa de la tumba del extinto, hace que la figura de su fantasma crezca.

La extrederecha española, que retorna, recupera, casi sin citarlo, sus viejas proclamas apoyándose en el gravísimo episodio separatista catalán y la ola populista que recorre Europa. El fantasma de Franco paseando a diario por las escaletas de los informativos le viene al pelo.

* Periodista