Desde pequeño se cuestionó si ser sensible era sinónimo de debilidad. Si ser de llanto fácil era motivo de ser inferior. La afirmación a este pensamiento quedó confirmada para él cuando en el colegio empezó a sufrir acoso escolar o bullying. Allí interpretó, dado su poco conocimiento de la inteligencia emocional, que ser tímido, diferente al resto, etc., era sinónimo de inferioridad o debilidad. Tras sufrir varios años, en silencio, acoso escolar, en este caso maltrato psicológico, creció con una baja autoestima y difíciles capacidades asertivas para tener una vida social adulta sana. Fueron, según recuerda, unos años difíciles para él. Unos años en los cuales, al principio, mantuvo una lucha constante con sus adentros (miedos, fobias, pensamientos negativos, etc.). Pero con el tiempo, con su lucha y con el apoyo recibido, apoyo psicológico (privado) y familiar, fue haciendo de la capacidad que tenía de «ser sensible y empático» su mayor fortaleza. Fue deshaciéndose del trauma causado por el maltrato recibido. Comprendió que ser distinto y tener ideas propias al resto, hoy, equivalía, a su modo de ver, a victoria personal. Y es que vivimos, lamentablemente, en un mundo donde desde pequeños, se nos enseña, o al menos enseñaba, que ser «sensible» o simplemente «ser distinto al resto» conlleva o conllevaba sufrir maltrato, a veces, por parte de los demás. En este caso, el bullying afecta a un cierto porcentaje de niños y niñas en los colegios de España. Siendo la ayuda recibida, a veces, escasa y las consecuencias en su posterior desarrollo personal devastadoras, en algunos casos. Pues recibir ayuda psicológica por parte de la Seguridad Social suele demorarse en el tiempo y para una intervención rápida y urgente, resulta más efectivo acudir a un centro privado.