La temática catalana, obviamente, es la más favorecida por la meritoria labor exegética de uno de sus principales actores en la extensa fase temporal englobada entre 1975-2018. Trasmutado con frecuencia de memoriógrafo minucioso en cronista puntual de la andadura político-social del Principado en los albores y afianzamiento de la democracia, no hay tramo notable de la mencionada época de la que no conste atinada glosa de un verdadero animal político como lo fuera --su retirada de la escena pública ha sido absoluta y auténtica-- durante medio siglo Duran i Lleida. Con orden cronológico y concierto argumental y temático, el afamado responsable de Unió Democratica de Cataluña pasa revista a los sucesos y personalidades más salientes de un tiempo singularmente aleccionador para los incontables españoles que ven la Historia, ciceroniana y cervantinamente, como gran maestra de la vida. En el alud bibliográfico desatado por el procés se hace arduo encontrar títulos insustituibles o indispensables. Empero, la obra comentada resulta ya, y lo será aún más en el horizonte próximo, de consulta insoslayable para esculcar conductas y escrutar posiciones incluidas para el lector normal en los arcana imperii. Las vueltas y revueltas interminables del discurso público de su socio-antagonista Jordi Pujol --a cuyas envidiables cualidades gobernantes y vasta cultura rinde sincero tributo de admiración-- revisten lógica y comprensión a la luz de la interpretación con firme voluntad de objetividad del político altoaragonés. Solo por trazar una etopeya ineludible de uno de los hombres públicos más descollantes de la Europa de las últimas décadas las Memorias de Duran Lleida se incluirán como preciado tesoro en bibliotecas oficiales y privadas. Muy curiosa y significativamente, declara Durán no haber querido leer los varios textos memorialísticos dados a la luz por Jordi Pujol con la intensa colaboración de sobresalientes periodistas de la Ciudad Condal.

Actitud inaceptable desde el punto de vista historiográfico y aun quizá desde el del simple y honrado lector, deseoso, sin duda, de una confrontación más o menos en regla entre dos titanes del asendereado e irremplazable oficio de la política. Mas con todo, al intuirse por aquel las razones últimas de la elusión señalada, su juicio será indulgente cara a la postura de Duran i Lleida. Su crítica serena al par que implacable de la línea seguida por Pujol respecto a Unió en el seno de la hoy desaparecida Convergencia i Unió, a fin de obscurecer su papel y cerrarle el paso a su herencia en favor de Artur Mas, hubiera tal vez entrañado un testimonio de insuperable cotización. Empero --importará insistir--, en cualquier caso, la posición del autor se mostrará siempre respetable por la sincera voluntad de no ahondar heridas ya demasiado profundas y evitar enconamientos en un tracto, como el actual, presidido despóticamente por la escisión y el desgarro del en otro tiempo tan venerado talante catalán de concordia y afinidad sustancial de los gobernantes y hombres públicos del Principado.

Distinta es la mirada con la que observa Duran i Lleida la figura de otra personalidad de alto relieve en el catalanismo de origen y testimonio democristiano. En su larga estadía barcelonesa el abajo firmante tuvo el privilegio de conocer y enriquecerse con las fugaces, pero densas charlas de temática primordialmente historiográfica, mantenidas con el recto caballero y varón integérrimo D. Miquel Coll i Alentorn (1904-90) denominado, a la manera del Principado, por Durán una y otra vez como «el Sr. Coll». En el centenar de jugosas y buidas semblanzas estampadas por la ágil pluma de Duran i Lleida en su valiosa obra acaso no hay otra silueteada con tanto elogio como respeto que la de dicho notable, tallado en el noble y recio roble de un catolicismo oreado por las corrientes más ricas y creadoras del democristianismo de pujante veta solidaria. Sin temor al cansancio, el autor proclama con vehementia cordis su incondicional y gozoso alineamiento en sus cánones y principios. La elevada consideración alcanzada en la militancia y cuadros europeos y americanos de origen e inspiración maritainianos le ha valido a nuestro compatriota la estima sin fisuras de sus prohombres de una y otra orilla del Atlántico, con los que Duran i Lleida descubre unos lazos de fraternidad y cooperación tan estrechos como estimulantes para un catolicismo como el español secularmente enclaustrado.

* Catedrático