Vivimos tiempos convulsos. Tiempos de incertidumbre donde la información es necesaria y vital. Pero paradójicamente, aunque tengo a mi alcance más información que nunca, me siento más alejado de la verdad que nunca. Informarme sobre algo más allá del tweet rápido se convierte en una difícil y ardua tarea. Llena de obstáculos, de incongruencias o incorrecciones, detalles escasos, titulares engañosos o bulos que sólo buscan la viralización. Tiempos de «posverdad» le llaman. Nosotros, los lectores, debemos exigir tener una información certera y de calidad. Debemos exigir el rol del periodista al del simple informador. Debemos confiar en los medios con profesionales, con talento y ética.