Tengo guardados en mi ordenador prácticamente todos los artículos de opinión que David Gistau escribía en El Mundo. Nada más abrir Orbyt, buscaba su artículo junto, -justo es decirlo-, a los de otros extraordinarios columnistas como Raúl del Pozo, Santiago González o Antonio Lucas, entre otros. También escribió David en ABC, donde era querido, y se ha lamentado su muerte. David resumía ampliamente (y no es una “contradictio in terminis”), cualquier tema que tocara, lo cual te daba una visión global del asunto en el espacio limitado de una columna. ¡Un arte, sin duda, al alcance de muy pocos! Directo, ingenioso, culto, dominador del lenguaje, de la historia y apasionado de su profesión. Empecé a echar de menos las columnas de David desde diciembre del pasado año, y no tuve noticia de su muerte hasta que vi, hace 3 días, la noticia en la prensa. Confieso, sin pudor, que se me han saltado las lágrimas al leer los artículos que sus numerosos compañeros le han dedicado en El Mundo y otros periódicos. David no solo era un apasionado de su profesión, lo era de “su” Real Madrid, del Boxeo, del Cine, y de todo aquello que amaba. Un tipo así, que también amaba las motos, solo podía montar en una Harley-Davidson. Porque David, -que me perdonen los propietarios de motos de otras marcas- no era motero, ¡David era Harlysta! “Live to Ride, Ride to Live”.