Los obispos han pedido el voto para los partidos que rechazan el aborto y la eutanasia, temas tan importantes que Jesús (ni Aznar) no dijo nada de ellos. En cambio, no priorizan, como siempre hizo Jesús, a los pobres; claro que, al revés que Él, viven en palacios episcopales. Tampoco insisten en asistir a los emigrantes, ni a los que padecen persecución por la justicia, etcétera. Vamos, que en palabras y acciones encarnan a la perfección a los sacerdotes y teólogos (escribas) del Templo, denunciados en cada página del Evangelio, que acabaron matándole. ¿A quién, pues, votar?