Hace 11 años conocí a José Luis Bermejo. En ese momento nacía la Plataforma Ciudadana No Me Quites Mi Hospital y reclutábamos asociaciones para la causa, ya que presidía la Asociación Andalusí de Trasplantados Hepáticos, siendo él mismo un trasplantado más. Recuerdo que vino acompañado de su inseparable Carmen Recio y les expliqué cual era nuestra lucha. Con gesto serio pero firme, algo que luego comprendí que era habitual en él, me comentó que tenían un viaje inminente y que en breve me contestarían. La verdad es que pensé que su respuesta sería negativa pues alinearse con un movimiento ciudadano de este tipo suponía ir en contra de la Dirección Médica del Hospital y de la misma Consejería que había echado por tierra el Plan prometido de crear un nuevo Materno-Infantil pero, me equivoqué; me llamó al día siguiente y desde entonces se convirtió en uno de los miembros más activos de esta Plataforma, apoyándonos siempre en las horas de desánimo, aportando su presencia en cada reunión, recogiendo firmas, viajando a los pueblos, escuchando pacientemente nuestras ideas, estuviese o no de acuerdo con ellas y siempre con su gesto serio pero entrañable, solemne y sereno

Solo en una ocasión se negó a participar en uno de nuestros actos; fue cuando, en el Bulevar de Gran Capitán, montamos en Navidad un espectáculo con batucada incluida; alegó que no estaba hecho para semejantes festejos. En el resto de actos no faltó un solo día y eso que pagó con creces ese apoyo, aguantando malas caras de algunos médicos, desplantes de algún gerente, retirada de subvenciones para su Asociación y hasta algún juicio en el que salió declarado inocente. Su honestidad está por encima de toda duda y así quedó reflejada; siempre he dicho que si por alguien pondría la mano en el fuego, era por José Luis Bermejo y siempre lo diré porque para todos nosotros era un ejemplo de entereza, de saber morir luchando por sus principios, de darlo todo por los demás y por aquello en lo que creía y esas cosas no se olvidan.

No lo olvidarán los que luchamos porque la hospitalización de los niños en el Reina Sofía mejore, no lo olvidarán los trasplantados hepáticos ni sus familias y no lo olvidaremos sus familiares, amigos y compañeros porque conocimos toda su dimensión y humanidad. Adiós, amigo, ve con Dios y hasta siempre.