Hoy en día, es muy común ver a docentes ejercer su profesión apoyándose en juegos de cualquier tipo y justificar dicha elección metodológica renviando a argumentos que están relacionados con la libertad que un alumnado tiene que tener en un aula o, incluso, con la diversión o emoción que habría de trasmitirles una clase.

Como docente joven de idiomas (italiano y español) cual soy, llevo meses preguntándome hacia dónde nos llevará esta vuelta a lo que Montessori introdujo hace algunas décadas: ¿cuáles ventajas nos proporciona una “gamificación” en clase de idiomas?

Por muy tradicional que pueda parecer mi postura, creo que casi ninguna. Antes de nada, tengamos en cuenta de que el aprendizaje de un idioma -sea cual sea- siempre debería de basarse en un primer enfoque gramatical: de hecho, sin saber manejar las estructuras sintácticas de una lengua, nadie puede subir a los niveles más altos de actos de habla como argumentación, uso de la ironía o sarcasmo. Dicha gramática, y, sobre todo, la de las lenguas procedentes del latín, debería acompañar al alumnado a lo largo de todo su proceso de aprendizaje (gramática, que al alcanzar un nivel de nativo se convertiría en sintaxis y, después, en pragmática).

En segundo lugar, otro factor que ha de considerarse se halla en la edad de nuestros discentes: queda claro que alumnos adultos o universitarios no querrán que se les considere como niños a los cuales se les proponen, por lo tanto, actividades lúdicas: estoy convencida de que una buena novela, un artículo de prensa o una emisión de debate pueden sustituirse perfectamente a la tanto llamada gamaification in the classroom.

Por último, parece que la normal adquisición de un manual de método de lengua o de una gramática en formato papel (como suele hacerse en Italia, por ejemplo) ha dejado de encontrar una acogida positiva por parte de muchos docentes “revolucionarios”: no siempre es cierto que un manual no se amolde a lo qué un docente es como persona. Que no se tome mi afirmación como una maniobra económica, cuyo objetivo es una propaganda de manuales o gramáticas de italiano L2, sino simplemente, como la tesis de mi argumentación.

Presentarse a un aula de academia, de escuela o universitaria con libros y una gramática en la mano en los que se confía, no es sinónimo de una vuelta al tradicionalismo, y mucho menos de falta de atención hacia un alumnado o ignorancia del mismo docente.