El primer lance del que tengo conocimiento de la participación de toreros a pie en nuestra ciudad ocurrió en el año de 1651, en los días 31 de mayo y 3 de Junio, donde en nuestra plaza de la Corredera, y con motivo de la proclamación del Arcángel de San Rafael como Custodio de la ciudad, se celebraron unas de las mas famosas fiestas en España de «toros y cañas», y en ellas se soltó un primer toro, para toreros de a pie.

Aunque no tengo conocimiento de sus nombres, sí les puedo relatar el acontecimiento taurino: «En las primeras de las expresadas fiestas se soltó primeramente un toro para toreros de a pie. Volvió la res al toril y despejaron la plaza los padrinos en el juego de cañas, don Juan Fernández de Córdova y Cabrera y don Fernando María de la Cerda. Después, las cuadrillas de caballeros procedieron a torear con las cañas. Los caballeros fueron don Diego Fernández de Córdova Ponce de León y don Antonio de las Infantas». Y en la siguiente fiesta, la del (03-06-1651) «actuaron a caballo los señores Don Juan Cárdenas, don Felipe Saavedra y Cerón, Don Antonio de las Infantas, don Alfonso de Cárcamo y Haro, don Alfonso de Hoces y don Gonzalo de Córdova y Aguilar, todos ellos luciendo lujosos vestidos y correajes, al igual que sus respectivos lacayos y lacayuelos o chulos». Sólo hubo que lamentar en tales fiestas la lesión sufrida, en la pierna derecha y brazo izquierdo, por don Diego de Guzmán y Cárdenas «al hacer un quite a un peón en peligro».

El franciscano fray Antonio de Córdoba escribió un libro, que no pudo imprimir, intitulado De difficilis quaestionibus, en el que se aseguraba no ser pecaminosa la asistencia a las corridas de toros. Todo esto ocurría a mitad del siglo XVII en nuestra ciudad.