El territorio de Rute ha sido explotado intensamente por las comunidades humanas a lo largo de la historia. La roturación de los suelos, el carboneo de los bosques de encinas y los aclareos con fines ganaderos han provocado evidentes transformaciones de la vegetación natural. Hoy día el territorio de Rute aparece, en su mayor parte, cubierto por olivos. A pesar de todo, en las laderas más inclinadas, en las riberas más húmedas y en la parte alta de los rocosos cerros aún podemos observar restos de vegetación natural. Las herrizas son más que nunca lugares donde la hermosura se acoge y la libertad reina, donde el campo saca incansables bellezas escondidas y acumuladas, las renueva y ofrece sin tasa a los ojos y al alma de quienes quieren gozarlas.

Al norte del pueblo de Rute, limitado por las carreteras A-331, al oeste; CO-8213, al norte; y A-3226, al sur y este; se extienden un amplio territorio, entre La Sierra de Gaena, Los Morrones y la sierra de Rute, por donde no surca ninguna carretera ni atraviesa vía pecuaria alguna. Sin embargo, una red de pistas de tierra y caminillos de menor entidad permiten adentrarse por este intrincado territorio, donde aquí se riza una loma y allá se quiebra una cañada. Aunque quede fuera de los límites del parque natural de las Sierras Subbéticas, este espacio muestra un paisaje sumamente atractivo que podríamos definir como un mosaico donde se alternan olivares con cerros y vaguadas que muestran una más que aceptable cobertura de vegetación natural.

El arroyo del Salado y sus afluentes, como el arroyo de Astorga, drenan este territorio y han excavado profundas vaguadas en cuyas laderas se aferra una vegetación que en algunas umbrías podríamos calificar de exuberante. Lo abrupto del terreno, que ha propiciado que se hayan formado algunos cortados rocosos, junto a la profusión de cortijos y casuchas ya abandonadas, son otros dos rasgos que definen este gran trozo de territorio ruteño, bastante inédito y desconocido para los visitantes foráneos que se acercan a conocer la comarca.

Podemos iniciar nuestro paseo en el restaurante el Vado, situado en la entre los kilómetros 14 y 15 de la carretera A-331, entre Rute y Zambra. Aquí comienza un camino que, tras cruzar el río Anzur, conecta con una pista terriza, que viene desde Rute y finaliza en la aldea de Palomares, en la carretera A-3226, y que constituye el eje central del territorio que vamos a prospectar. Iniciamos la marcha por dicha pista en dirección a Rute, que en realidad es un tramo de la vereda de Cabra. El camino traza una par de curvas cerradas para ganar altura. A un kilómetro aproximadamente, después de pasar un pequeño eucaliptal situado en una curva, nos desviamos por un camino a nuestra izquierda, que conduce hasta el caserío de Los Chopos. Antes tendremos que atravesar el profundo barranco del arroyo Morales y rodear un mogote rocoso, donde se refugia un encinar con sotobosque de jara blanca, matagallo y esparto. La lista de plantas que vamos identificando va aumentando paulatinamente, y apuntamos el agracejo, el aladierno, el torvisco, el espino negro, el tojo, la madreselva, la bolina, la hiniesta, el rosal silvestre, y algunas mimbreras en el arroyo recién atravesado. A la altura del caserío de los Chopos, rodeado de almendros, se conecta con otro camino que viene desde la carretera A-3227, y que tomamos en dirección opuesta, descendiendo hacia el valle del arroyo del Salado, por la ladera de umbría, donde encontramos como novedad algunos quejigos. Nos llamará la atención un hermoso arbusto de flores amarillas que muestra unos frutos en racimo a modo de vejigas. Se trata del espantalobos (Colutea atlántica), planta endémica del centro y sur de España y noroeste de África, poco frecuente en la comarca. Los abundantes rastros de jabalí y zorro no dejan duda de cuáles son los mamíferos más abundantes en la zona.