Un tercio de los locales de las zonas comerciales de la ciudad continúa sin ocupar. Precios inamovibles, desconfianza de los propietarios a la hora de alquilar, dificultades financieras de los emprendedores, escasez de proyectos... Puede haber muchas razones, pero la principal está clara: la reactivación del consumo no ha sido en Córdoba tan fuerte como en otras ciudades, y, junto al tirón de las grandes superficies, el comercio online se lleva una tajada cada vez más grande del pastel comercial.

El comercio de cercanía --en Córdoba, pero también en España-- arrastra un declive que ya era anterior a la crisis global del 2008. Después, tras haber perdido la mitad de sus ventas durante los años de recesión, solo ha recuperado en torno al 6%, según las estimaciones de la Federación del Comercio de Córdoba, y este año ya van los resultados más ajustados que en el 2017. Sin embargo, hay zonas comerciales que mantienen su éxito, como La Viñuela, e incluso en el centro, donde tan deprimentes resultan los escaparates tapados, se estima que la ocupación de locales comerciales supera el 75%. Otros barrios van en retroceso, desde Fátima hasta la Fuensanta o el Vial Norte, donde el comercio de proximidad se reduce. Con los datos del INE, las operaciones de compraventa de locales comerciales cayeron un 29% en el año 2009, se desplomaron un 35% en el 2011 y, tras crecimientos fuertes en 2015 y 2016, ha vuelto a retroceder.

Las tiendas son la vida de nuestras calles, ofrecen seguridad al viandante y crean relaciones sociales, cohesionan a la población de los barrios y generan empleo. Los expertos consideran necesario el desembarco de grandes firmas o franquicias nacionales o internacionales para propiciar el tirón que necesitan las zonas comerciales, y señalan que Córdoba no está siendo atractiva para estos inversores externos. Sin embargo, el barrio de La Viñuela desmonta este aserto. Lo cierto es que el comercio lleva muchos años buscando fórmulas de reactivación, como los centros comerciales abiertos, con un resultado desigual. Es evidente, y ya no estamos hablando de una casuística de Córdoba --aunque por la debilidad económica de la ciudad sea más acusada-- que el comercio de cercanía necesita nuevas fórmulas para seguir resultando atractivo a unos clientes poco sobrados de dinero y de tiempo. Convertir las jornadas de compras en experiencias que aporten algo más que la mera transacción es una idea que ha llevado al éxito a algunas iniciativas, pero que no garantiza soluciones. Los comerciantes, con el apoyo de las instituciones, deben analizar a fondo los problemas que están sufriendo y buscar fórmulas para reinventarse, porque los cambios que está viviendo el mundo del consumo son enormes y no van a frenarse.