El pasado 11 de abril, Carmen Carvajal, maestra y directora del colegio público Los Alcalá Galiano, de Doña Mencía, publicó una carta en este periódico, titulada Los maestros también lloramos, que se ha convertido en viral, al recibir más de 230.000 visitas. En ella muestra, con gran emoción, la situación por la que atraviesan los profesores en estos momentos de confinamiento por el coronavirus y en la que reconoce que "los maestros y los directores también lloramos".

-¿Se esperaba esta repercusión de su carta? ¿Qué le motivó a escribirla?

-La verdad es que no me lo esperaba. Yo escribí esto en mi muro de Facebook un jueves a las dos de la madrugada, cuando terminaba de trabajar, porque las primeras semanas, como directora que soy y maestra sobre todo, nos ha tocado lidiar de una manera extraordinaria con la situación. Fue en la segunda semana de confinamiento, y al terminar vi un correo de una madre quejándose ante la situación, casi rozando la falta de respeto. Entonces rompí a llorar, me rompí en mil pedazos. Decía que estaban haciendo nuestro trabajo, cuando no es así, es una labor compartida que tenemos que hacer, porque nosotros, por desgracia, no podemos estar con el alumnado. Necesitaba desahogarme y lo escribí en Facebook sin pensar que a la mañana siguiente tenía personas de Latinoamérica que me habían escrito, de Francia, de Suecia, intentando desahogarse, y no daba crédito. Entonces algunos compañeros me sugirieron que lo enviara a diario CÓRDOBA. Pero mi pretensión no era otra que desahogarme yo como directora y la impotencia que sentía al ver la situación, que es desbordante para todos, y las críticas tan duras que estábamos recibiendo. Porque no solo llevamos la carga de decisiones que hemos tenido que tomar los directores muy complicadas, sin unas instrucciones claras, sino que también tenemos nuestra carga familiar y personal, y tenemos a nuestro cargo a un gran número de docentes, con familias, con alumnos, que hemos tenido que tirar para adelante sin unas instrucciones claras.

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-Lo que le dolió más fue entonces la reacción de las familias.

-No solo las familias, pues he leído en la red cartas de maestros jubilados que también nos echaban nuestro trabajo por alto, cuando ellos no están viviendo al día de hoy lo que nosotros estamos viviendo, porque esto no se ha vivido jamás en estos tiempos. Lo que yo quería expresar era la necesidad de unión de todos los sectores, que no estamos haciendo nadie el trabajo de nadie, tenemos todos que arrimar el hombro, y no nos valen las quejas, que solo hacen que nos contagiemos de cosas negativas. Y con mi marido, que es docente también, lo hemos pasado mal, y yo he llorado mucho.

-¿Cómo estáis sobreviviendo los profesores estos días?

-Pues mal, estamos mal. Lo primero que nos falta es la emoción del aprendizaje. Pienso que para haber aprendizaje tiene que haber contacto, y ese contacto es visual, auditivo, es sentimiento, es emoción, y eso no lo tenemos, tenemos unas pantallas. Nos levantamos todos los días a la misma hora y trabajamos cuatro veces más. Y los equipos directivos estamos formando al profesorado que no tiene competencia digital. O sea, no solo cargar con tomar decisiones importantes sino también dar solución a una brecha digital que está también en los docentes. Nosotros tenemos aproximadamente un 25% de docentes que no tienen manejo en absoluto de las nuevas tecnologías, pero también ocurre en el alumnado y sus familias, y eso lo hemos intentado lidiar con nuestras horas de trabajo y más llamadas de teléfono. He calculado que diariamente estoy hablando por el móvil aproximadamente tres horas y media. Y eso, unido a las críticas y a que no tenemos unas instrucciones claras, emocionalmente estamos derrumbados.

-¿Cómo veis a los niños?

-Los niños son los más valientes. Te contestan a las tareas que les pones, a los retos, y siempre acaban diciendo «te echo de menos, seño», y yo creo que esos son los únicos momentos del día que dices, esto merece la pena. Pero también sé que hay muchos niños a los que les están dando crisis de ansiedad, pues esto es muy duro. También tenemos un sector de alumnado, pequeño, que no nos contesta, y tenemos que ir detrás de ellos, atraerlos.

-Se queja mucho de que no hay unas instrucciones claras desde la Administración.

-No tenemos instrucciones claras, y sigue sin haberlas. La conferencia de esta semana de la ministra Celaá con las comunidades no nos ha venido a decir nada nuevo. Sí ha habido mucha confusión porque en ningún momento han hablado de aprobado general y eso es lo que ha quedado de la reunión. Se nos ha dicho que la evaluación sea formativa, continua y no promocionarán algunos alumnos de manera extraordinaria. ¡Pero si eso es lo que venimos haciendo! . Y lo que me dolió en el alma fue cuando al terminar una periodista le preguntó a la ministra ¿qué consejo le daría a sus alumnos? Y ella dijo, es que no me acuerdo. Y ese es el problema, no acordarse de lo que es estar en un aula. A mí me llamó el inspector una semana después del confinamiento y me dijo, tenemos que recoger datos de los centros, tengo 5 minutos, tengo que hacerte una encuesta y a las dos la tengo que mandar. Esto no es escucharnos, escucharnos es llámame, siéntate conmigo y que la educación vaya de abajo arriba, del alumnado, profesorado y administración, que no venga impuesta de arriba abajo, porque no hay nada claro, solo autonomía de centros.

-¿Hay muchas diferencias entre colegios?

-Mucha. Muchos colegios han empezado avanzando materia desde el primer momento, nosotros hemos estado de repaso. Yo, por ejemplo, di los ordenadores que teníamos en el centro a la segunda semana, otros no lo han hecho. Y se está creando también una batalla campal entre los centros, con agravios comparativos. Lo mismo pasa con la entrega de libros. Nosotros intuimos que esto iba para largo y el último día les dijimos que se llevaran los del tercer trimestre también. Pero hay centros que no los dieron. Y ahora va a empezar otra batalla, que es que hay maestros que dicen que los libros no son importantes, y claro que es un recurso más, pero ¿está todo el profesorado preparado? No. Entonces no nos echemos tierra encima los unos a los otros. Es lo que más me duele.

-¿Cómo cree que va a terminar este curso?

-Yo desde siempre he pensado que no van a volver los alumnos a las aulas. No pueden volver. Si nos dicen que tenemos que tener unas medidas de seguridad, no las podemos cumplir, porque las aulas son pequeñas. Un niño de 3 años o de 4 o de 6, necesita tener contacto con su compañero, tocarlo, olerlo, abrazarlo, jugar. En nuestro centro siempre lo he planteado desde la perspectiva de no volver, si volvemos, estupendo, pues significará que esto va muy bien. Ahora lo importante es sobrevivir física y psicológicamente.

-¿Y cómo ve lo de continuar en julio con el plan de refuerzo estival?

-Yo lo tengo claro. Esto va a ser igual que lo fue el curso pasado, que fue un fracaso. Pero es que además, si unimos a que este año hay una pandemia... yo no soy madre, pero si lo fuera me plantearía enviar a mis hijos a un colegio. Mi centro educativo no tiene aire acondicionado, y cuando hace calor, no se puede aguantar, es imposible estar. ¿Tenemos las condiciones climatológicas y psicológicas para hacerlo? Porque también me hago la pregunta, ¿vamos a estar preparados psicológicamente para salir con total normalidad para llevar a cabo un programa de refuerzo estival? Entiendo que será de manera voluntaria para los docentes y también para el alumnado. Pero esto no nos va a solucionar lo que tenemos. Lo que tenemos es que llegar en septiembre y el profesorado adaptar los contenidos a lo que realmente hayamos trabajado con anterioridad, los contenidos los vemos de forma cíclica. No entiendo tanto miedo a perder dos meses, no pasa nada. Lo principal ahora es estar vivos, si la enfermedad toca a nuestras puertas.